Autoestima

Lo que me aprecio y valgo para mí mismo

La autoestima es lo que yo creo y siento acerca de mí mismo

Haber venido a este mundo, estar vivos, ser únicos y tratar de darle un sentido a nuestra existencia ya es, de por sí, un motivo para sentirnos muy orgullosos de nosotros mismos.

Poseer una autoestima sana es garantía de equilibrio y de salud mental. La autoestima deficitaria es un grave problema demasiado frecuente en nuestra sociedad. Reconocerla y trabajar para recuperar la confianza en ti mismo resulta fundamental.

  • ¿Crees que no puedes hacer las cosas bien y que los demás siempre las hacen mejor o antes que tú?
  • ¿Piensas con frecuencia que no vales lo suficiente y te desanimas antes incluso de comenzar un nuevo proyecto?
  • ¿Piensas que las cosas buenas que te han pasado se deben al factor suerte y que realmente tú no te las merecías?

Si has respondido de manera afirmativa, es probable que tengas una baja autoestima. No sería tan extraño porque la baja autoestima está detrás de la mayoría de los problemas psicológicos y emocionales. Es un gran obstáculo para la felicidad.

Detrás de la mayoría de los problemas psicológicos se esconde la sensación de que no somos lo suficientemente buenos,  sentimos una falta de confianza en nosotros mismos, es decir, una baja autoestima. El déficit de autoestima suele ser la causa de muchas de las dificultades que tenemos al relacionarnos con los demás. También puede ser el origen de que nos auto-saboteemos cuando no logramos nuestros objetivos personales o profesionales. Por eso, una de las tareas primordiales de la psicoterapia es construir o sanar la autoestima.

Reforzar tu autoestima es imprescindible para superar problemas como la ansiedad, la depresión, los trastornos alimentarios…

Recuperar tu equilibrio y bienestar es fácil

 si cuentas con el apoyo psicológico adecuado

¿Qué es la Autoestima?

La autoestima es una experiencia íntima; reside en el centro de nuestro ser. Es lo que yo creo y siento acerca de mí mismo, no lo que alguien piensa y sienta sobre mí. Lo que me aprecio y valgo para mí mismo. Son los sentimientos que te profesas, es el cómo te sientes con tus comportamientos, actitudes, habilidades, logros y fracasos.

Cuando eres demasiado exigente contigo mismo y no valoras los logros que has  alcanzado, es probable que termines desarrollando una baja autoestima. Esta percepción inadecuada de tus capacidades y potencialidades te limita como persona y suele generarte una profunda sensación de infelicidad.

Mi familia, mi pareja, mis amigos me pueden amar, no obstante, si yo no me amo a mí mismo, de nada sirve. Puedo ser admirado por mis socios o jefes y, sin embargo, considerarme a mí mismo sin valor. Puedo proyectar una imagen de seguridad y serenidad que engañe a casi todo el mundo y, no obstante, temblar por dentro con un sentimiento de inseguridad.

Puedo satisfacer las expectativas de los demás y, aun así, fracasar ante mí mismo; puedo ganar todos los honores y, sin embargo, sentir que no he realizado nada; puede que los demás me adoren y a la vez, despertarme cada mañana con un sentimiento de engaño y de vacío. Alcanzar el éxito sin experimentar una autoestima positiva significa estar condenado a sentirte un impostor.

El problema surge cuando en vez de aceptarnos tal y como somos nos exigimos ser como creemos que debemos ser o como los demás quieren que seamos, intentando satisfacer sus expectativas. Nos empeñamos en alcanzar un imposible “yo ideal”, y esto nos conduce a la frustración y aumenta nuestro auto-rechazo y nuestro sentimiento de baja autoestima.

A menudo nos olvidamos de que la única fuente de la autoestima es y sólo puede ser interna “en lo que hacemos, no en lo que los demás hacen”. Cuando la buscamos en lo externo, en las acciones y las respuestas de los otros, nos abocamos a la tragedia. Mirar a los otros como fuente primaria de nuestros propios valores es peligroso: primero, porque no funciona; y segundo, porque nos exponemos al peligro de convertirnos en “adictos” de la aprobación de los demás.

Después de trabajar durante muchos años con personas que están infelizmente preocupadas por las opiniones de los demás, creemos que el medio más efectivo de librarte de necesitar la aprobación de los demás es elevando el nivel de consciencia que aportas a tu propia experiencia. Esto supone aprender a oír al cuerpo, a escuchar tus emociones, a pensar por ti mismo y a observar detenidamente tus conductas.

Lo que determina el nivel de la autoestima es lo que haces, en el contexto de tu conocimiento y valores. Es una manera de actuar día tras día, ante las cuestiones grandes y pequeñas, es una manera de comportarte, que es también una forma de ser.

Con nuestra manera de abordar el trabajo psicoterapéutico

 no solo logras recuperar tu equilibrio integral

 sino que fortaleces tu salud psicológica y emocional de forma duradera

¿Cuáles con los pilares fundamentales de la autoestima?

La autoestima tiene dos pilares fundamentales relacionados entre sí: la eficacia personal y el respeto a uno mismo. La esencia de la autoestima es confiar en la propia mente y en saber que somos merecedores de la felicidad. Si falta alguno de estos dos pilares, la autoestima se deteriora.

La eficacia personal

La eficacia personal significa la confianza frente a los desafíos de la vida, confiar en el funcionamiento de mi mente, en mi capacidad para pensar y entender, para aprender, elegir y tomar decisiones; confianza en mi capacidad para entender los hechos de la realidad que entran en el ámbito de mis intereses y necesidades; en creer y confiar en mí mismo.

El respeto a uno mismo significa reafirmarme en mi valía personal; es una actitud positiva hacia el derecho de vivir y de ser feliz; la confianza al reafirmar de forma apropiada mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades; sentimiento de que la alegría y la satisfacción son derechos innatos naturales.

Si la autoestima es el razonamiento de que soy apropiado para la vida, la experiencia de ser competente y tener valía, si la autoestima es la consciencia de auto-afirmación, una mente que confía en sí misma, nadie puede generar y sostener esta experiencia sino yo mismo.

Una pobre autoestima no sólo inhibe el pensamiento sino que tiende a deformarlo. Si tenemos una mala reputación de nosotros mismos e intentamos identificar la motivación de alguna conducta, podemos reaccionar ansiosamente y a la defensiva y torcer nuestra mente para no ver lo que es obvio.

La base de una pobre autoestima no es la poca confianza sino el miedo. Una baja autoestima implica infelicidad personal, temor a lo desconocido, evita los desafíos. Renuncia a enfrentarse a las dificultades, o bien, lo intenta pero sin dar lo mejor de sí mismo.

Una autoestima saludable pronostica una gran felicidad personal, busca nuevas fronteras, nuevos desafíos, se esfuerza ante las dificultades. Busca la oportunidad digna de admiración, la autoconfianza, el amor a uno mismo, a la vida. Tendemos a sentirnos más cómodos, “como en casa”, con personas cuyo nivel de autoestima se parece al nuestro.

El respeto a uno mismo

Si no me respeto a mí mismo y acepto la falta de respeto, el abuso, o acepto que los demás me exploten, transmitiré inconscientemente este trato y algunas personas me tratarán de la misma forma. Si sucede esto y me resigno, el respeto a mí mismo se deteriorará todavía más. La autoestima baja, al igual que la alta, tienden a generar profecías que se cumplen por sí mismas.

Si me respeto a mí mismo y exijo a los demás que me traten con respeto, me mostraré y comportaré de manera que aumente la probabilidad de que los demás respondan de forma apropiada.

La tragedia de la vida de muchas personas es que buscan la autoestima en diferentes direcciones que no son la propia, y por lo tanto, fracasan en su búsqueda.

Cometemos el error de creer que sólo cuando conseguimos crear una impresión positiva en los demás, disfrutamos de un buen respeto a nosotros mismos.

Caemos en pensamientos erróneos del tipo: “sólo si consiguiera un ascenso, sólo si me convirtiera en madre, sólo si me enamorara, sólo si pudiera tener un trabajo mejor, sólo si pudiera comprarme una casa, sólo si me reconocieran mis logros”…, entonces, realmente me sentiría en paz conmigo mismo.

La autoestima, cuando está condicionada al éxito, a los logros o a la aceptación de los demás no es una verdadera autoestima. Es natural querer mejorar y superar las propias dificultades, pero no como algo indispensable para sentirnos bien con nosotros mismos.

Tener una sana autoestima supone valorarte por el hecho de ser quien eres.

No es creerte mejor que nadie, sino aceptarte incondicionalmente con tus defectos y virtudes.

Cuando te quieres y te aceptas tal y como eres, te resulta mucho más fácil crecer y mejorar en todos los aspectos de tu vida.

Diseñamos un tratamiento personalizado para ti.

Tú eres único y tu tratamiento también debe serlo.

¿Cuáles son los síntomas típicos de una baja autoestima?

  • Creer que existe algo que no funciona bien dentro de ti o que careces de algo esencial.
  • Encontrar humillante admitir tus errores.
  • La mayor parte del tiempo, sentirte confuso.
  • Desesperarte o depender de forma insaciable del amor
  • Sentir que los demás no te valoran.
  • Elegir continuamente una pareja inadecuada.
  • Necesitar compulsivamente la aprobación de los demás.
  • Sentirte a menudo frustrado en tu relación.
  • Dejarte manipular por tus miedos.
  • No valorar tus capacidades innatas.
  • Pensar en ideas prometedoras que mueren nada más nacer.
  • Sentirte incapaz para disfrutar del sexo, del éxito, de la vida en general.
  • Comer y vivir destructivamente.
  • Dejarte influir por los demás con demasiada facilidad.
  • Tener sueños que nunca se cumplen.
  • Vivir en tensión constante, agotado, insatisfecho, con ansiedad o depresión.
  • Depender de las drogas, alcohol, recurrir a los atracones de comida…
  • Desmoronarte cuando tienes que afrontar las adversidades de la vida.
  • Ponerte continuamente a la defensiva y frustrarte con facilidad.
  • Echar la culpa de todo lo que te ocurre a los demás o a tu pasado.
  • Ser rígido emocionalmente.
  • Tener una profesión que no te lleva a ninguna parte.
  • No tener una idea clara de tus posibilidades.
  • Dejarte influir por el deseo de evitar el dolor que por experimentar el placer.
  • Tener de forma habitual una baja resistencia a la enfermedad, vejez, fealdad…
  • Tener hijos que no aprenden a respetarse a sí mismos.
  • Ver el mundo como algo peligroso, al no creer en ti mismo.
Ten en cuenta que los problemas no tratados suelen continuar y empeorar, y pueden generarte nuevos problemas. Por ejemplo, una persona que tiene ataques de pánico puede comenzar a beber más alcohol de la cuenta, con la esperanza equivocada de que éste la ayudará a aliviar su dolor emocional. Las consecuencias de no recibir el tratamiento que necesitas pueden ser peligrosas.

Disfrutarás de un servicio de calidad con un trato exquisito

 en un ambiente seguro, cálido y muy acogedor,

 con total confidencialidad y privacidad

 donde podrás tratar cualquier asunto que te preocupe.

Necesitas mejorar tu autoestima si manifiestas…

  • Culpabilidad extrema: Cuando prácticamente todo siempre te pesa. Incluso aquellas cosas que podría decirse que has hecho bien, también las consideras insuficientes. Cuando cometes un error éste toma un gran protagonismo y se recrimina desmesuradamente sin llegar a perdonártelo.
  • Necesidad de agradar en exceso: Cuando te resulta muy complicado decir que no. Te asusta contrariar a los demás por el temor de ser rechazado o perder la relación con ellos.
  • Negación por sistema: Cuando piensas que todo lo que te rodea es normalmente malo y negativo. Nunca nada es suficiente. Te cuesta mucho disfrutar de la vida en general y de las grandes y pequeñas cosas en particular.
  • Críticas rigurosas: Cuando recurres a menudo a la crítica. Tu estado natural es de insatisfacción personal. No disfrutas de tus logros y vives los fracasos como algo totalmente desproporcionado.
  • Hipersensibilidad ante las críticas: Cuando las críticas que recibes de los demás rara vez las interpretas como constructivas y encima te las tomas como un ataque personal independientemente de la intención que hubiera detrás.
  • Incapacidad para tomar una decisión: Cuando tu tendencia a criticarte te lleva a sopesar y reflexionar exageradamente acerca de los pros y los contras de cada situación y no te deja tomar una decisión en un tiempo razonable. También te da pánico cometer un error y eso te lleva a dudar continuamente.
  • Perfeccionismo exagerado: Cuando las cosas no salen perfectas te inundan sentimientos de fracaso. Tu sentido autocrítico se torna en exigencia extrema de modo que todo ha de ser idealmente perfecto. Pierdes el sentido de la realidad, sólo estás en el ideal. Una trampa en la que sueles caer es en lo que se conoce como la “falacia del Nirvana” que dice: “lo mejor es enemigo de lo bueno”.
  • Comparación con los demás: Cuando necesitas ponerte excesivamente a la defensiva porque generalmente te sientes atacado por los demás, sea cierto o no que ellos te atacan. Cuanta más autoestima baja sientas, más necesidad tendrás de defenderte, y más atacarás tú a los demás (aunque no sea directamente al expresarte siendo agresivo con ellos pero sí criticándoles internamente en tus pensamientos). Aunque lo haces inconscientemente y por tanto no lo haces con mala intención, cuando a menudo te pones a compararte con los demás, resaltando sus errores y señalando sus fallos para así salir tú mejor parado que los demás en la comparación con ellos.
  • Mal humor de continuo: Cuando te pasa todo lo que hemos comentado hasta ahora, es bastante difícil que puedas sentirte contento o alegre en tu día a día. Normalmente es al contrario, estás tenso y nervioso habitualmente y saltas en seguida porque cualquier cosa te sienta mal.

Siempre es mejor buscar ayuda profesional al inicio de la problemática

 que esperar a que las dificultades sean demasiado graves.

 Te ahorras dinero, tiempo y sobre todo sufrimiento innecesario.

¿Cómo es nuestro tratamiento de la autoestima?

Si tienes una baja autoestima es muy importante empezar cuanto antes a trabajar en terapia para reparar tu autoestima. Podrás conocerte de verdad,  aceptarte y apreciarte incondicionalmente.

Desde nuestra experiencia terapéutica comprobamos día a día que si no abordamos inicialmente la construcción de una “sana” autoestima, no se puede integrar adecuadamente ningún otro aprendizaje, ni puedes hacer progresos realmente significativos en el resto de las áreas a trabajar ya que la base de cualquier trabajo terapéutico reside en una sana autoestima.

En nuestro tratamiento para la autoestima utilizamos diferentes técnicas dependiendo de las causas que te estén provocando que tengas falta de autoestima. Estas técnicas van desde EMDR, para sanar las heridas emocionales que has podido sufrir en el pasado, junto con otras técnicas útiles para cambiar las creencias negativas inconscientes que te limitan. El mindfulness resulta una técnica también muy beneficiosa para potenciar tu auto-aceptación.

Contamos con los medios y experiencia necesaria para el tratamiento de la autoestima.
Combinamos las técnicas tradicionales con las más revolucionarias en el manejo de la autoestima. Utilizamos métodos mucho más eficaces de curación, que nos permiten acceder a la información emocional que está grabada en tu cerebro y que es la que activa tu autoestima deficitaria.

En términos generales una intervención focalizada en la autoestima ha de prestar también atención a estos tres ejes que la componen:

  • Representaciones de uno mismo: Creencias que se conforman a lo largo de la vida. Son variadas y van modificándose.
  • Ambiciones e ideales: Son imágenes de lo que nos gustaría ser y las utilizamos para compararnos con ellas.
  • Conciencia crítica: Supone la evaluación de las representaciones propias comparadas con los ideales.

La autoestima dependerá de cómo se equilibren estas tres dimensiones. En nuestro trabajo terapéutico tenemos que adentrarnos en estas dimensiones y también analizar cuál de ellas tiene un mayor peso en ti. Exploraremos también  cómo se han formado tus ideales y cuáles son. Qué modelos has tenido en tu  infancia, cuales son las expectativas que han depositado en ti, etc.

Nuestros tratamientos no sólo se centran en eliminar los síntomas;

 sino que velan por identificar y generar los recursos necesarios

 para mantener los logros obtenidos y prevenir recaídas futuras.

¿Qué beneficios obtienes cuando incrementas tu autoestima?

Cuando mejoras tu autoestima, logras beneficios maravillosos:

  • Aumentas la seguridad en ti mismo
  • Te quieres más, te respetas y te tratas mucho mejor
  • Eliminas creencias limitadoras sobre tu imagen
  • Confías en tus capacidades
  • Superas la angustia y los miedos
  • Dejas de ser tímido
  • Cambias tus hábitos destructivos
  • Dejas de auto-sabotearte a la hora de conseguir tus metas
  • Te relacionas con los demás con más confianza…

Desde SoltarSaltar trabajamos juntos tu autoestima mediante pequeños pasos donde aprendes a:

Vivir conscientemente de todo lo que tiene que ver con tus acciones, propósitos, valores y metas, al máximo de tus capacidades, seas cuales sean éstas.

Aceptarte a ti mismo. La autoestima es imposible sin aceptarte a ti mismo. Aceptarte es negarte a permanecer en una relación de confrontación contigo mismo, es estar para ti mismo, estar de tu lado. Elegir valorarte, tratarte con respeto, defender tu derecho a existir tal y como eres. Es la voz de la fuerza de la vida.

Asumir tu propia responsabilidad. Para sentirte competente, necesitas experimentar una sensación de control sobre tu vida. Esto exige que estés dispuesto a asumir la responsabilidad de tus actos y el logro de tus metas.

Autoafirmarte: Significa respetar tus deseos, necesidades y valores, y buscar su forma de expresión adecuada en la realidad. Para ello necesitas la convicción de que tus ideas y deseos son importantes. La autoafirmación significa la disposición a valerte por ti mismo, a ser quien eres abiertamente, a tratarte con respeto en todas las relaciones humanas.

Vivir con propósito significa utilizar tu potencial para la consecución de las metas que has elegido. Son tus metas las que te impulsan, las que te exigen aplicar tus facultades, las que refuerzan tu vida. Adquirirás una norma mediante la cual juzgar lo que vale o no la pena hacer. Dejarás de vivir a merced del azar, del acontecimiento fortuito, del encuentro casual.

Aprender integridad personal. Integrarás tus ideales y creencias con tu conducta. Cuando nuestra conducta es congruente con nuestros valores, dejas de traicionarte a ti mismo. Tenemos integridad cuando concuerdan tus ideales con la práctica, cuando existe concordancia entre nuestras palabras y nuestro comportamiento. Con integridad personal dejarás de traicionarte a ti mismo.

La terapia es una experiencia reparadora que te cambia la vida
Al concluir el tratamiento consigues:

Herramientas para el futuro

Resultados duraderos

En el menor tiempo posible

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.