Dependencia Emocional

Cuando el amor se convierte en una cárcel

¿Te ocurren estos síntomas?

  • Tienes pánico a estar solo.
  • Te resulta inconcebible la vida sin una pareja a tu lado.
  • Exiges constantemente que tu pareja te muestre su cariño, de lo contrario, piensas que no te quiere.
  • Tienes comportamientos sumisos con tus parejas con tal de evitar que te dejen.
  • Lo prioritario en tu vida es siempre tu pareja, llegando incluso a desatender a tu familia, amigos o tu trabajo.
  • Agobias a tu pareja con llamadas constantes. Le controlas en exceso sobre dónde y con quién va.

La dependencia emocional es un problema mucho más grave y frecuente en las parejas de lo que generalmente se cree. La dependencia afectiva conlleva una espiral de negatividad que origina otros problemas psicológicos como agresiones, continuas rupturas de pareja, cuadros depresivos, maltrato psicológico o físico, comportamientos obsesivos… Por ejemplo, una persona que tiene ataques de celos puede comenzar a beber más alcohol de la cuenta, con la esperanza equivocada de que éste la ayudará a aliviar su dolor y desesperación.

Se debe solucionar cuanto antes, ya que los problemas no tratados suelen continuar y empeorar. Las consecuencias de no recibir el tratamiento que necesitas pueden llegar a ser peligrosas.

¿Qué es la dependencia emocional?

La dependencia emocional es la necesidad intensa y desproporcionada de afecto que una persona siente hacia su pareja. Es una dependencia porque se traspasa la barrera del deseo lógico de vinculación, de amar y ser amado. Implica adicción hacia otra persona y se convierte en una necesidad desmesurada de estar con el otro y de recibir su atención. La dependencia afectiva se da cuando no logras tener responsabilidad completa sobre tus sentimientos y cuando tu autoestima y bienestar dependen de otras personas, sobre todo de una pareja.

Cuando sufres de dependencia emocional necesitas que tu pareja te brinde seguridad. Ves en el otro la seguridad que crees que a ti te falta. A menudo te sientes vacío y tratas de llenar con el otro tus propios agujeros o huecos. Además te sientes incapaz de poder poner límites al otro dentro de la relación, de respetar y definir tus propias ideas y proyectos. Te cuesta identificar las fronteras entre lo que tú necesitas y lo que necesita tu pareja. A menudo piensas que te abandonará si no cedes a sus deseos, necesidades, exigencias o peticiones.

Como dependiente emocional, tiendes automáticamente a idealizar en exceso a tu pareja, lo que provoca que te sientas inferior y que tu autoestima se dañe seriamente. A veces necesitas la presencia de tu pareja incluso para poder sentirte tranquilo y bien. Aunque la relación sea insatisfactoria para ti y sientas mucho malestar, haces todo lo que sea necesario para que ésta no se termine.

Hablamos de patología cuando la necesidad intensa de afecto termina por limitar la libertad personal de ambos miembros de la pareja. Las relaciones con dependencia emocional suelen ser casi siempre inestables, tóxicas y muy destructivas. Como dependiente emocional necesitas la atención constante de tu pareja incluso de manera obsesiva. Te lleva sin darte cuenta a renunciar a tu propia libertad con tal de estar con el otro y de poder sentir esa aparente felicidad.

Pones tu relación de pareja por encima de todo, incluso de ti mismo. Como no deseas que nada se interponga en tu relación, vas abandonando paulatinamente tus aficiones y actividades diarias. Abandonas incluso la compañía de otras personas importantes en tu vida, para así poder pasar cada vez más tiempo con tu pareja.

Además, es frecuente que ejerzas un control excesivo sobre tu pareja y no aceptes de buena gana que haga nuevas amistades o realice actividades sin ti. Demandas toda su atención para ti. Te invade el temor y la preocupación de que esas actividades le aparten de tu lado.

Por eso tu dependencia emocional afecta significativamente a tu pareja. Coartas seriamente su libertad, lo que le inhabilita para desarrollar una vida autónoma y satisfactoria.

Diferencias entre adicción al amor y dependencia emocional

La adicción al amor es la necesidad incontenible de tener pareja, y no tanto la dependencia hacia una persona concreta. El adicto al amor necesita depender de alguien, sin importar quien sea. La diferencia con el dependiente es que este último manifiesta su dependencia hacia un individuo en concreto.

El dependiente emocional se aferra a alguien en concreto, y hará lo que sea por mantener desesperadamente la relación con esa persona. Por el contrario, el adicto al amor lo que busca es mantener siempre la sensación de enamoramiento y no le importa cambiar de pareja si con ello cree que volverá a sentir esa primera fase de enamoramiento en la relación sentimental.

Síntomas de la dependencia emocional

  • Necesitas atención excesiva de tu pareja para sentirte bien.
  • Tienes miedo a ser rechazo por tu pareja.
  • Te invade una sensación de vacío que no acabas de llenar.
  • Necesitas sentir que eres la prioridad para tu pareja.
  • No sabes qué hacer cuando no tienes a la persona que amas cerca de ti.
  • A menudo, sientes ansiedad, culpa o enfado.
  • Eres muy celoso en las relaciones de pareja.
  • Descuidas tus aficiones y a tus amigos y familiares frecuentemente para poder estar con tu pareja.
  • Tu mundo gira alrededor de esa persona, que se ha convertido en el centro de tus pensamientos y preocupaciones.
  • Duermes mal por las noches y a menudo sientes impotencia y tristeza.
  • Idealizas en exceso a tu pareja sintiéndote tu inferior.
  • No puedes poner límites a tu pareja, por lo que acabas satisfaciendo sus demandas y renunciando a las tuyas.
  • Tienes que estar todo el rato acompañado por tu pareja para sentirte bien o poder disfrutar o divertirte.

¿Cómo sois las personas dependientes emocionalmente?

Si eres una persona emocionalmente dependiente, puedes reconocerte en muchos de estos comportamientos.

  • Tienes problemas de baja autoestima. No te sientes satisfecho contigo mismo.
  • Sueles criticarte con dureza por tus errores y te desprecias constantemente, minimizando tus logros y maximizando tus fallos.
  • No confías en tus capacidades ni en tu propio criterio.
  • Sueles tener parejas desde la adolescencia.
  • Te sueles sentir atraído por personas con un perfil dominante y egocéntrico.
  • Experimentas una necesidad constante de estar con tu pareja y cuando no puedes, recurres al móvil de manera obsesiva para estar en contacto.
  • No aceptas que tu pareja reclame su espacio llegando a resultar asfixiante.
  • Mantienes relaciones de pareja basadas en la sumisión y la idealización convirtiendo a tu pareja en el centro de tu existencia.
  • Aceptas incluso ser humillado por tu pareja con tal de que la relación no se termine porque sin la relación, tu vida carecería de sentido por eso lo aguantas casi todo.
  • Eres capaz incluso de mostrar comportamientos autodestructivos para evitar a toda costa la ruptura de la relación.
  • Asumes de inmediato como propia cualquier postura de tu pareja. No le llevas la contraria o no manifiestas una visión distinta por miedo a que se enfade.
  • A veces te culpabilizas de cualquier cosa que pueda molestar a tu pareja.
  • Vives las rupturas de pareja como algo completamente catastrófico y desgarrador.
  • Necesitas causar una buena impresión a los demás y agradarles constantemente. Es posible que te desvivas por los demás aunque te veas forzado a pasar por encima de tus propias necesidades e intereses.
  • Necesitas la aprobación de los demás. Que te validen. Cuando no obtienes la aprobación que necesitas, te sientes muy mal y lo interpretas como que no eres válido, que te están rechazando.

No soportas la soledad. Te da miedo porque te conecta con recuerdos dolorosos de abandono. Buscas con cierta desesperación a otra persona tras una ruptura para cubrir tu necesidad de compañía y afecto. Así te ves inmerso en una serie de relaciones de pareja fallidas en un intento desesperado de escapar de tu soledad con la compañía del otro. Para ti es mejor ser infeliz en pareja que estar solo.

Recuperar tu equilibrio y bienestar es fácil

si cuentas con el apoyo psicológico adecuado

¿Cómo suelen ser las parejas de las personas dependientes?

Los rasgos más característicos de las parejas de las personas dependientes son:

  • Poseen un perfil muy dominante y egocéntrico. Son muy frecuentes en ellos las actitudes o rasgos narcisistas. Les agrada tener una pareja dependiente emocionalmente de ellos para sentir así reforzada su propia autoestima.
  • Son frías o distantes emocionalmente. Esto suele darse bien como instrumento para manipular a su pareja dependiente, bien como reacción a la sensación de presión y agobio que viven con el dependiente emocional.
  • Suelen tener una autoestima muy elevada. Se trata de un patrón de personalidad propio que se potencia en la misma relación de pareja.
  • Suelen actuar de forma autoritaria y controladora en la pareja, aprovechándose de que el dependiente emocional se comporta de forma muy sumisa.
  • Tienen comportamientos injustos y desiguales respecto al dependiente, exigiendo que éstos cumplan unas normas que no se aplican a sí mismos
  • Suelen tener un cierto carisma, sentido del humor o una gran capacidad para las habilidades sociales. Algunas se muestran “en apariencia” como personas muy seguras.

¿Cuáles son las causas de la dependencia emocional?

Como ocurre con la mayoría de las patologías, el origen de la dependencia emocional se encuentra en la infancia. Las personas dependientes emocionalmente soléis tener una historia infantil marcada por la falta de afecto, al no recibir el cariño que necesitábais.

Con frecuencia, las personas con dependencia emocional procedéis de familias distorsionadas, con padres fríos y distantes emocionalmente que probablemente también sufrieron en su infancia un abandono físico o emocional. Como no pudiste desarrollar un vínculo de apego seguro durante tu infancia, creces experimentando sentimientos muy ambivalentes, que después proyectarás irremediablemente de adulto en tus relaciones de pareja.

Es completamente lógico que si cuando eras pequeño te sentiste solo y desprotegido, de adulto experimentes ansiedad de separación, miedo al abandono y temor a quedarte solo. En esos casos, lo único que se te ocurre para lograr el cariño que tanto necesitas es someterte a los demás.

De niños tampoco os enseñaron a ser autónomos e independientes emocionalmente y por tanto de adultos seguís arrastrando esas carencias afectivas que no fueron satisfechas. Aprendisteis que para ser amados, necesitabais cumplir con las expectativas de los demás. Así, poco a poco os fuisteis convirtiendo en niños en búsqueda constante de atención. Os esforzabais por hacer las cosas bien para recibir la aprobación y el amor de los demás.

Otras veces se trata de personas que habéis tenido que enfrentaros a numerosos problemas desde pequeños. Habéis crecido con la creencia de que no merecéis ser felices, que tenéis que esforzaros por ganar el reconocimiento de los demás a toda costa para no sentiros rechazados.

Además de las experiencias deficitarias de cariño en la infancia, en la base de la dependencia emocional también se encuentra una interpretación distorsionada del amor. Es común entre los dependientes emocionales tener un modelo negativo de amor. Entendéis el amor como una admiración desorbitada, control, posesión y apego obsesivo, en lugar de un intercambio nutritivo que os enriquece a los dos en el que cada uno mantiene su individualidad y libertad. El amor sano no se basa (como nos han vendido en las películas) en dos medias naranjas que se necesitan, sino en dos naranjas enteras que se relacionan entre sí desde su plena singularidad.

¿Cómo es nuestro tratamiento para la dependencia emocional?

Darte cuenta y asumir que eres emocionalmente dependiente no es nada fácil. Sólo cuando tomas conciencia del verdadero problema, puedes empezar a buscar soluciones. Lo más normal es que no sepas cómo afrontar este complejo problema. En estas situaciones, puede ser de mucha utilidad recurrir a un profesional experto que podrá asesorarte en función de cuál sea la mejor forma de proceder en tu caso concreto.

La mayoría de las veces la dependencia emocional provoca que tu relación de pareja se tambalee por lo que se hace necesario realizar terapia de pareja. El primer paso de nuestro tratamiento para que puedas superar tu dependencia emocional es hacer una evaluación detallada de tu caso. Es imprescindible conocer cuál puede ser el origen de esta problemática, ya que puede haber sido generado por factores biológicos, psicosociales y culturales. Conocer el origen nos permite ir a la raíz del problema y abordarlo eficazmente.

Aplicamos técnicas innovadoras y más eficientes que

mejoran los resultados

y reducen el tiempo de duración del tratamiento

Utilizamos métodos innovadores de curación, mucho más eficaces que los tradicionales, donde integramos la estimulación de los tres cerebros. A través de estos métodos podemos descubrir y reparar las heridas infantiles que generalmente suponen el origen de la dependencia afectiva. Aplicar técnicas revolucionarias como el EMDR nos permite transformar con mayor facilidad las emociones y creencias negativas que alimentan tu dependencia emocional.

El objetivo es ayudarte a superar tu dependencia para ello focalizamos nuestro tratamiento en:

  • Fomentar y potenciar tu autoestima, aprendiendo a valorarte y a no depender de la aprobación de los demás. Trabajar el respeto y la aceptación.
  • Aprender a afrontar tus miedos e inseguridades.
  • Aumentar tu confianza y seguridad personal.
  • Fomentar tu autonomía personal.
  • Descubrir cómo puedes poner límites al otro sin sentirte culpable.
  • Aprender a pensar, actuar y decidir por ti mismo sin la necesidad de depender de otra persona ni de tener que complacer a los demás.
  • Aprender a que tu felicidad no dependa de nadie más.
  • Cambiar las creencias erróneas sobre el amor y las relaciones afectivas, de manera que adoptes una actitud menos demandante.
  • Aprender a mantener una relación de pareja sana y equilibrada, donde cada uno conserva su individualidad y libertad respetando al otro.
  • Aprender a disfrutar de tu soledad, aprovechando esos momentos para descubrir tus necesidades, para el auto cuidado, y para poder crecer en todas las áreas de tu vida.

Con nuestra manera de abordar el trabajo psicoterapéutico

no solo logras recuperar tu equilibrio integral

sino que fortaleces tu salud psicológica y emocional de forma duradera

La terapia es una experiencia reparadora que te cambia la vida
Al concluir el tratamiento consigues:

Herramientas para el futuro

Resultados duraderos

En el menor tiempo posible

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.