Inteligencia Emocional

“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”. Aristóteles

“Las emociones son cruciales para motivar el comportamiento. Las personas generalmente hacen lo que les apetece hacer, en lugar de lo que dicta la razón o la lógica. De ello se deduce que, para lograr un cambio de comportamiento, las personas necesitan cambiar las emociones que lo motivan. La emoción también influye en el pensamiento. Por eso, para ayudarlas a cambiar lo que piensan, los terapeutas deben primero ayudarlas a cambiar lo que sienten”. Leslie Greenberg.

En la actualidad, la nueva normalidad provocada por la pandemia mundial de la COVID-19 está poniendo de manifiesto más que nunca la necesidad que tenemos de adquirir competencias de autorregulación y gestión emocional, cognitiva y social que nos permitan adaptarnos con éxito a entornos en constante cambio e incertidumbre. Se requiere resiliencia, flexibilidad y agudeza para percibir y gestionar las transformaciones que nos demanda la situación actual. Son habilidades y capacidades que mejoran significativamente con el desarrollo de la inteligencia emocional, habilidades y capacidades que muchas veces no podemos desarrollar por nosotros mismos.

Es aquí cuando acudir a terapia se hace imprescindible para aquellas personas que necesitáis aumentar vuestra capacidad de adaptación y salir de ese estado de ansiedad, estrés, angustia o desbordamiento emocional que estáis viviendo. Durante todo el proceso terapéutico prestamos especial atención al mundo emocional, muy a menudo negado o deformado por ser considerado inadecuado, peligroso o simplemente por no saber qué hacer con él.

Nuestra labor como profesionales de la salud mental consiste en ofrecer a la sociedad recursos necesarios para un adecuado desarrollo personal y un mejor conocimiento de uno mismo, para mejorar las relaciones sociales, el rendimiento académico y laboral, para adquirir hábitos de conducta saludables, potenciar la creatividad y optimizar la toma de decisiones para una vida con mayor equilibrio y bienestar. Y, por supuesto, para mejorar las relaciones de pareja que han sufrido un considerable desgaste durante toda la pandemia en un ambiente de confianza, seguridad y calidez. En definitiva, recursos indispensables para el desarrollo de vuestra inteligencia emocional.

¿Qué es la emoción?

La emoción es un fenómeno cerebral muy diferente del pensamiento. Posee su propia base neuroquímica y fisiológica. Es el idioma particular a través del cual habla el cerebro. El cerebro emocional es responsable fundamentalmente de las respuestas emocionales básicas. Gobierna muchos de los procesos fisiológicos del cuerpo y por tanto influye sobre la salud física, el sistema inmune y la mayoría de los principales órganos de nuestro cuerpo.

Emocional es aquello perteneciente o relativo a la emoción, un fenómeno psico-fisiológico que supone una adaptación a los cambios registrados de las demandas ambientales. Lo emocional también es lo emotivo, sensible a las emociones.

Todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman y hace referencia a la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos. La persona, por lo tanto, es inteligente, hábil para el manejo de los sentimientos. La Inteligencia Emocional está íntimamente relacionada con el equilibrio emocional.

Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales.

La Inteligencia Emocional no es el triunfo de la cabeza sobre el corazón,
es la intersección de ambos,

combinando afecto con conocimiento, emoción con inteligencia.

Necesitamos desarrollar estas habilidades que puedes utilizar sobre ti mismo (competencia personal) o sobre los demás (competencia social).

Percibir tus emociones: significa poder reconocer de forma consciente tus emociones (consciencia emocional) e identificar qué sientes y ser capaz de ponerle una etiqueta verbal.

Comprender tus emociones: significa integrar lo que sientes dentro de tu pensamiento y saber considerar la complejidad de tus cambios emocionales. Las emociones nos dominan: el legado genético que hemos heredado determina nuestras reacciones ante situaciones concretas. Son las emociones innatas.

Regular tus emociones: significa dirigir y manejar tus emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz.

La Inteligencia Emocional tiene un papel fundamental tanto en tu manera de socializar con los demás como en las estrategias de adaptación al medio que utilizas. Te ayuda a entender de qué manera puedes influir tanto sobre tus emociones como en la interpretación de los estados emocionales de los demás.

La noción de inteligencia está vinculada a la capacidad para escoger las mejores opciones en la búsqueda de una solución. Es posible distinguir entre diversos tipos de inteligencia, según las habilidades que entran en juego. En cualquier caso, la inteligencia aparece relacionada con la capacidad de entender y elaborar información para usarla de manera adecuada.
Al menos un 80% del éxito en la edad adulta proviene de la inteligencia emocional
El cerebro emocional (límbico) es el sustrato en el que creció y se desarrolló el cerebro racional (neocórtex) y siguen estando estrechamente vinculados por miles de circuitos neuronales. Por eso las emociones tienen un poder extraordinario para influir en el funcionamiento global del cerebro. Ser emocionalmente inteligente es ser capaz de utilizar la razón para poder gestionar las emociones.

Beneficios de la Inteligencia Emocional

Se han llevado a cabo muchos estudios que demuestran los importantes beneficios y ventajas que tiene cualquier persona que desarrolla su inteligencia emocional. Estos estudios dejan patente las señas de identidad que más identifican a quienes la desarrollan:

  • Huyen de la monotonía, intentan en todo momento buscar alternativas para tener una vida más plena y feliz.
  • Son firmes cuando así se requiere.
  • Siempre miran hacia adelante a la hora de seguir viviendo.
  • Les encanta estar aprendiendo continuamente.
  • Disponen de herramientas más eficaces para abordar situaciones más difíciles.

Entre las habilidades emocionales que puedes aprender destacan el autocontrol, entusiasmo y la perseverancia en el empeño a pesar de las frustraciones. Puedes desarrollar la capacidad de motivarte a ti mismo, de controlar tus impulsos, de aplazar las gratificaciones, de regular tus propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera en tus facultades racionales, de empatizar y confiar en los demás.

El grado de dominio de estas habilidades resulta decisivo para determinar por qué ciertos individuos prosperan en la vida, mientras que otros, con un nivel intelectual similar o superior, acaban en un callejón sin salida.

Las personas que han desarrollado adecuadamente sus habilidades emocionales suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad.

La persona más desarrollada

es aquella que puede ponerse en el lugar

del mayor número de personas

Si te paras a pensar detenidamente, te darás cuenta de que gran parte de tus decisiones están influenciadas en mayor o menor grado por tus emociones. Sin embargo, la formación académica no ofrece la menor preparación en desarrollo emocional para la multitud de decisiones a las que debemos enfrentarnos a lo largo de nuestra vida.

El coeficiente intelectual no nos dice absolutamente nada en cuanto a cómo una persona reaccionará ante las situaciones que le presente la vida. Hasta las personas con un coeficiente intelectual muy alto, pueden ser malísimos gestionando su vida y llegar a perderse en pasiones desenfrenadas e impulsos ingobernables. Sin embargo, todos conocemos casos de personas poco brillantes que alcanzan posiciones privilegiadas en su vida personal y profesional.

Existe una clara evidencia de que las personas con inteligencia emocional saben interpretar y relacionarse de una forma efectiva con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todas las áreas de la vida, desde las relaciones íntimas hasta la comprensión de las reglas que gobiernan el éxito en las empresas.

Quienes, por el contrario, no pueden regular su vida emocional, se debaten en constantes luchas internas que socavan su capacidad de trabajo y les impiden pensar con la suficiente claridad.

Todas las personas pueden beneficiarse de la inteligencia emocional, tanto los adultos como los niños, con mayor o menor coeficiente intelectual. La competencia emocional constituye una habilidad que determina el grado de destreza que alcanzaremos en el dominio de todas nuestras otras facultades.

¿Qué es la autorregulación emocional?

La autorregulación emocional es la capacidad de manejar o regular óptimamente tus emociones. Tener una buena autorregulación implica que seas capaz de identificar y gestionar lo que te sucede para lograr que manejes las emociones que provocan tu malestar.

La autorregulación emocional implica que, a pesar de que tu estado anímico esté bajo, sepas cómo gestionar este estado emocional. Supone poder analizarte a ti mismo, disminuir el grado en el que tus sentimientos te producen altibajos repentinos, y redirigir tu energía hacia un objetivo más adaptativo. Cuando estás desbordado emocionalmente conviene canalizar esa energía por ejemplo practicando algún deporte que te ayude a reducir y calmar tus emociones.

Autorregularte bien te permite enfrentarte a todo tipo de situaciones vitales. No te comportas de la misma manera ni tu respuesta es igual ante un mismo evento cuando estás alterado, enfadado, o deprimido. Cuando estás bajo presión lo normal es que des una respuesta poco eficiente, lo que probablemente hará que te frustres y te genere más ansiedad. En cambio, cuando estás más calmado es posible que pienses de forma más fría y eficiente ofreciendo una respuesta mucho más acorde al problema o dificultad que se te plantee.

Lograr regular tus emociones no es fácil, especialmente cuando lo que las personas normalmente deseamos, sobre todo en el caso de emociones negativas, es huir de lo que sentimos, incluso evadirnos de nosotros mismos.

Lo inteligente es aprender a reconocer estas situaciones, saber qué hacer y dónde acudir. A menudo es difícil conseguirlo sin la ayuda que te proporciona la terapia, que logra penetrar en el conocimiento de las emociones universales para poder gestionarlas adecuadamente.

¿Por qué las empresas necesitan la inteligencia emocional?

La época en que los procesos de selección de personal se basaban en la experiencia laboral y los conocimientos técnicos terminó. Actualmente, el método ha evolucionado hacia las “Soft Skills”. Aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades interpersonales y la gestión de las emociones, han cobrado un protagonismo clave.

En la actualidad son muchas las organizaciones que invierten grandes cantidades de dinero en formar a sus empleados en Inteligencia Emocional. La razón de esta apuesta radica en que los empleados con alta Inteligencia Emocional resultan mucho más productivos para las corporaciones. Las empresas se han dado cuenta de que una de las claves del éxito radica en el grado en que sus empleados son capaces de reconocer y controlar sus emociones y las de sus interlocutores. Es lógico ya que la gestión de las emociones juega un papel decisivo tanto en la habilidad para auto-motivarse como en la capacidad de evitar conflictos y de comunicarse adecuadamente con el resto de los miembros del equipo.

Es difícil imaginar un comercial de ventas sin este tipo de habilidad en el trato con los clientes, o un empresario sin motivación para la dirección o una persona que tenga relación con proveedores no sea capaz de controlar sus impulsos ni emociones.

Todos los conocimientos académicos que tengas no serán ninguna garantía porque tarde o temprano acabarás perdiendo operaciones o clientes por tener una inteligencia emocional deficiente.

Todos sabemos por experiencia propia que nuestras decisiones y nuestras acciones dependen tanto de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos. Son las emociones las que nos permiten afrontar situaciones demasiado difíciles como para ser resueltas exclusivamente con el intelecto. Para bien o para mal, nuestra inteligencia se ve francamente desbordada en aquellos momentos en que nos vemos arrastrados por el riesgo, las pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de un objetivo a pesar de las frustraciones, la relación de pareja, la creación de una familia. Son emociones que nos predisponen a la acción de un modo diferente.

Por suerte, es posible aprender las habilidades emocionales que brindan beneficios en el plano personal y laboral y que, además, permiten obtener mejores resultados organizacionales.

Por ello, trabajar en la terapia tu inteligencia emocional te ayudará a:

  • Mejorar tu gestión empresarial
  • Incrementar tu productividad.
  • Mejorar tu liderazgo.
  • Aprender a trabajar mejor en equipo.
  • Aumentar tus ventas.
  • Reducir estrés y aumentar tu confianza y seguridad.
  • Procurar una mayor estabilidad y satisfacción de los trabajadores.
  • Tener herramientas más eficaces en el manejo de las situaciones difíciles.
  • Ofrecer un mejor servicio de atención al cliente.
  • Mejorar la comunicación organizacional.
  • Comprender cómo tus emociones repercuten en todas tus decisiones.

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.