Anticipo que ocurrirá lo peor.

Sé que es irracional, pero no puedo evitarlo.

Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, 264 millones de personas en el mundo sufren ansiedad, lo que supone un 3,6% de la población global. Nunca antes había habido una incidencia tan elevada de este trastorno. De hecho, esta misma organización señala que, entre 1990 y 2013, las personas con ansiedad o depresión aumentaron cerca del 50% en todo el mundo.

Cerca de 2 millones de personas en España sufren ansiedad (un 4,1% de la población).  En nuestro país, concretamente, este trastorno nos ha convertido en líderes absolutos del consumo de ansiolíticos y, de acuerdo con las últimas encuestas, la ansiedad es el problema mental más citado por los españoles.

¿Crees que puedes tener ansiedad?

¿Te cuesta concentrarte?

¿Te asustas con facilidad últimamente?

¿Has intentado relajarte pero te resulta imposible?

¿Tienes problemas para conciliar el sueño o te despiertas con frecuencia durante la noche?

¿Te sientes permanentemente preocupado por algo que te inquieta y piensas que no te puedes librar de ello?

Para las personas que padecéis ansiedad, la vida cotidiana puede ser más complicada de lo que la mayoría de la gente cree

La ansiedad te despoja de la confianza en ti mismo, te hace sentirte inadecuado, inferior, inseguro, improductivo, tenso.

La ansiedad te roba tu tranquilidad.
Te provoca conflictos en tus relaciones con las demás personas.

La ansiedad te ocasiona problemas de salud como úlceras gastroduodenales, psoriasis, eccemas, hipertensión o migrañas.

Cualquier acontecimiento cotidiano te puede generar miedo, pensamientos negativos, ataques de pánico… Y la situación empeora cuando encima sientes que nadie entiende lo que te ocurre.
¿Qué es la ansiedad?

Todos hemos experimentado a veces ansiedad o miedo. La ansiedad NO es una enfermedad.  Es una respuesta defensiva de nuestro organismo ante lo que percibe como un peligro o una amenaza para su integridad, ya sea física o mental.

Cuando nos encontrarnos frente a situaciones potencialmente amenazantes, en las que se espera una respuesta que nosotros mismos no vemos alcanzable, el cuerpo reacciona entrando en estado de alarma. Se trata de una respuesta del organismo completamente normal ante lo que percibe como una amenaza para su integridad física o mental. Si no tuviéramos esta respuesta de ansiedad ante situaciones amenazantes el riesgo de sufrir un problema sería mayor. Se trata, por tanto de una respuesta necesaria.

En condiciones normales, la respuesta defensiva es adaptativa, es decir un mecanismo de adaptación natural, que te permite estar alerta y reaccionar ante ciertos sucesos estresantes que pueden suponer un riesgo para ti. Una vez que este estado de peligro finaliza, tu ansiedad desaparece. Es lo que denominamos ansiedad adaptativa.

Ahora bien, cuando la respuesta de ansiedad se activa en situaciones en las que no existe un peligro real o la intensidad de la respuesta es desproporcionada al peligro, o bien su duración traspasa los límites de la adaptación, hablamos de un problema o trastorno de ansiedad. Cuando la ansiedad llega a interferir en tu día a día, provocándote malestares significativos y dificultando tu funcionamiento normal diario es cuando sufres de lo que denominamos ansiedad patológica.

La ansiedad es una manifestación esencialmente afectiva.

Se trata de una vivencia, de un estado subjetivo o de una experiencia interior.

Es un estado que te provoca una extrema inseguridad.

La ansiedad es una vivencia de inquietud y desasosiego en la que “se anticipa lo peor”, es por ello que se produce una incapacidad para frenar tanto el impulso en sí mismo como el pensamiento del que se acompaña.

Mientras que el miedo es una respuesta emocional que se presenta ante una amenaza concreta, determinada que puede ser real o imaginaria, la ansiedad es una vivencia de temor ante algo inconcreto, indefinido. Es activada por un estímulo más difuso, menos claro, ya que es una respuesta anticipatoria ante una amenaza futura. Sin embargo, tanto el miedo como la ansiedad activan una respuesta de lucha o huida, nos preparan para la acción y, en ciertos momentos, incluso resultan necesarios.

Tanto el miedo como la ansiedad se vivencian con la impresión interior de indefensión, de angustia, inquietud. Pero mientras que en el miedo, esto se produce “por algo” en la ansiedad se produce “por nada”, de ahí que podamos decir, que el miedo es un temor con objeto, mientras que la ansiedad es un temor impreciso carente de objeto exterior.

Es por este estado “subjetivo”, por ese miedo “por nada”, por lo que la terapia se basa en la idea de que la depresión y la ansiedad, son consecuencia de pensamientos negativos distorsionados en el aquí y en el ahora. Digamos que la ansiedad es un malentendido mental temporal. Por eso reflexionar en terapia sobre lo que te provoca la ansiedad te ayuda a superarla.

Con la ansiedad entras en un círculo vicioso: tus pensamientos negativos se convierten en preocupaciones, y tus preocupaciones se convierten en pensamientos. Los pensamientos “rumiantes”, o darle demasiadas vueltas a las cosas negativas, son muy perjudiciales y uno de los principales signos de ansiedad y depresión.

Lo mejor que puedes hacer si te obsesionas demasiado con los aspectos negativos de tu vida es ponerte en manos de un psicoterapeuta. “Las emociones que sufres son reales”, “no es que tu cabeza se las invente”.

El trastorno de ansiedad no es crónico.
En la gran mayoría de los casos desaparece con el tratamiento adecuado
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

Un síntoma es la forma que tiene tu cuerpo para gritar que algo no va bien.

Los síntomas de la ansiedad difieren de las sensaciones que experimentamos cuando estamos nerviosos o inquietos porque son desproporcionados y no se ajustan a la intensidad del estímulo que los provoca. Se trata de reacciones que escapan a tu control  y que tienen un carácter repetitivo, llegando a provocarte un gran malestar e interfiriendo negativamente en tu vida.

Al abordar el tema de la ansiedad hay que decir que su sintomatología es muy variada. Una persona puede presentar unos síntomas muy diferentes a los tuyos, ya que esto depende de la vulnerabilidad, predisposición genética y psicológica y de tus experiencias vitales.

Si tienes recurrentemente algunos de los siguientes síntomas, es necesario que busques ayuda:

SÍNTOMAS FÍSICOS

  • Taquicardia, palpitaciones.
  • Pesadillas.
  • Dilatación pupilar.
  • Opresión torácica.
  • Hipersudoración.
  • Pellizco gástrico.
  • Sequedad de boca.
  • Náuseas. Vómitos.
  • Tics localizados.
  • Inquietud psicomotora.
  • Anorexia-bulimia.
  • Pérdida del equilibrio.
  • Dificultad respiratoria.
  • Sueños angustiosos.
  • Tensión abdominal.
  • Sueño durante el día.
  • Ir al baño con asiduidad.
  • Hiperactividad.
  • Inestabilidad en el andar.
  • Moverse continuamente de acá para allá.
  • Tocar algo con las manos continuamente.
  • Insomnio durante la primera parte de la noche.
  • Constricción de casi todos los vasos sanguíneos.
  • Temblores: en manos, pies y cuerpo en general.
  • Disminución del apetito sexual o aumento del mismo.

SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS

  • Experiencia de lucha o huida.
  • Inquietud.
  • Desazón, agobio, desasosiego.
  • Inseguridad.
  • Vivencias de amenaza.
  • Temores difusos.
  • Sensación de vacío interior.
  • Temor a agredir.
  • Miedos diversos. Melancolía.
  • Temor a perder el control.
  • Pérdida de la energía.
  • Disminución de la atención.
  • Incertidumbre.
  • Disolución del yo.
  • Temor a la locura.
  • Temor a la muerte.
  • Temor a suicidarse.
  • Pensamiento de un peligro inmediato.
  • Pensamientos retorcidos.

SÍNTOMAS DE CONDUCTA

  • Estado de atención expectante.
  • Hipervigilancia.
  • Comportamiento de alerta.
  • Frente fruncida.
  • Dificultad para la acción.
  • Tensión mandibular.
  • Voz cambiante y con altibajos en sus tonos.
  • Cejas descendidas.
  • Bloqueo de los movimientos del cuerpo.
  • Inquietud, agitación.
  • Dificultad para llevar a cabo tareas simples.
  • Gestos de extrañeza.
  • Posturas corporales cambiantes.
  • Expresión facial contraída.
  • Inadecuación estímulo respuesta.
  • Bloqueo afectivo.
  • Disminución o ausencia de los reflejos.
  • Trastornos del lenguaje.
  • Mejillas, boca y mentón tensos, rígidos.
  • Descontrol, preocupación.
  • Movimientos torpes de brazos y manos.
  • Rechazo, desagrado.

SÍNTOMAS EMOCIONALES

  • Angustia
  • Miedo
  • Sensación de falta de control
  • Irascibilidad
  • Inseguridad
  • Sensación de extrañeza y/o vacío
  • Incertidumbre
  • Agobio
  • Inquietud

¿Cómo es nuestro tratamiento para la ansiedad?

Si eres como la mayoría de las personas que sufren de ansiedad, probablemente reconocerás que tu miedo es “irracional”, pero que no puedes evitar sentirte de ese modo. Esto te ocurre porque el miedo y la ansiedad son emociones, y no están producidas por tu mente racional, sino por tu subconsciente. Esas sensaciones se originan en la parte más antigua del cerebro y escapan al control de la corteza prefrontal (neocórtex o cerebro racional).

Lo que nos diferencia de la mayoría de los tratamientos psicológicos para la ansiedad es que estamos convencidos de que para que el tratamiento sea realmente efectivo debe abordar los factores inconscientes y el trabajo a nivel emocional, así logramos ir a la raíz de la ansiedad y resolver definitivamente el problema.

En nuestra terapia trazamos un diseño terapéutico triple, aunque en proporciones distintas según el trastorno de ansiedad, las circunstancias que te rodean, los factores desencadenantes y si es la primera vez que aparece la ansiedad o has sufrido ya más crisis en otros momentos.

Abarcamos tres tipos de medidas:

Ten en cuenta que el uso exclusivo de fármacos, trata únicamente el síntoma. Si no abordamos los factores que verdaderamente causan y mantienen tu ansiedad, ésta reaparece con la retirada de la medicación.

En el tratamiento de la ansiedad, como en la mayoría de los problemas psicológicos y emocionales, es importante que distingas los síntomas de los factores que los originan y mantienen.

Imagínate un iceberg. La parte superior y visible es el conjunto de síntomas, pero la parte no visible está formada por los factores biológicos, emocionales, mentales, sociales que son los que verdaderamente originan, disparan y provocan tu ansiedad. Por eso es importante hacer psicoterapia, ya que es la forma más efectiva de abordar los factores que están ocultos, causantes del trastorno de ansiedad.

Nos interesa abordar el problema en su totalidad y generar los recursos necesarios para mantener los logros obtenidos y prevenir recaídas futuras:

Contamos con los medios y experiencia necesaria para el tratamiento de la ansiedad. Combinamos las técnicas tradicionales con las más revolucionarias en el manejo de la ansiedad. Utilizamos métodos mucho más eficaces de curación, que nos permiten acceder a la información emocional que está grabada en tu cerebro y que es la que activa el miedo, la ansiedad o la angustia.

Técnicas como el EMDR nos permiten trabajar con tus creencias más profundas y patrones emocionales que son los que originan y mantienen el estado de ansiedad, para reprogramar en su lugar patrones más adaptativos.

Aplicamos técnicas innovadoras y más eficientes

que mejoran los resultados

y reducen el tiempo de duración del tratamiento

Los problemas no tratados suelen continuar y empeorar, y pueden generarte nuevos problemas. Por ejemplo, una persona que tiene ataques de pánico puede comenzar a beber más alcohol de la cuenta, con la esperanza equivocada de que éste la ayudará a aliviar su dolor emocional. Las consecuencias de no recibir el tratamiento que necesitas pueden ser peligrosas.

Siempre es mejor buscar ayuda profesional al inicio de la problemática que esperar a que las dificultades sean demasiado graves.

Te ahorras dinero, tiempo y sobre todo sufrimiento innecesario

En los casos más graves, en los que además del tratamiento terapéutico sea preciso recurrir a la medicación, ponemos a tu disposición un servicio de psiquiatría que se encarga de recetarte la medicación más apropiada para aliviar tu sintomatología y de llevar regularmente un control para ajustar la dosis de forma óptima.

Recuperar tu equilibrio y bienestar es fácil

si cuentas con el apoyo psicológico adecuado

¿Qué beneficios obtienes al superar la ansiedad?

Con nuestro tratamiento para superar la ansiedad logras:

  • Descubrir las causas y el origen de tu ansiedad.
  • Comprender los estímulos que activan tu respuesta ansiosa y por qué.
  • Aprender a controlar tu ansiedad, sin que te desborde.
  • Recuperar tu confianza, autoestima y autonomía.
  • Regular tu funcionamiento cerebral cambiando las memorias emocionales asociadas a tus miedos.
  • Resolver todo aquello que está dañado en tu inconsciente y que te perturba impidiéndote vivir sereno y seguro.
  • Modificar los pensamientos o creencias irracionales que sustentan tu ansiedad.
  • Aumentar tu tranquilidad para que puedas afrontar el día a día.
  • Volver a disfrutar de tu vida.
Con nuestra manera de abordar el trabajo psicoterapéutico
no solo logras recuperar tu equilibrio integral
sino que fortaleces tu salud psicológica y emocional de forma duradera
¿Cuáles son los principales trastornos de la ansiedad?

Cuando los síntomas de la ansiedad se agravan, derivan en distintos trastornos. La mayoría de ellos se agrupan en torno a un temor, miedo o ansiedad excesivos:

  • Fobias
  • Depresión
  • Estrés agudo
  • Agorafobia
  • Ansiedad generalizada
  • Estrés postraumático
  • Trastorno de pánico (ataques de ansiedad o crisis de angustia)
  • Hipocondría (miedo a padecer una enfermedad)
  • Trastorno dismórfico corporal (preocupación excesiva por los defectos físicos)
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

Los trastornos de la ansiedad se experimentan esencialmente en la manera de elaborar las ideas y los recuerdos, por ello son estados subjetivos de tensión que se producen como consecuencia de errores o deficiencias en la acumulación y procesamiento de la información.

Cuando sufres de ansiedad eres más propenso a desarrollar un cuadro depresivo. Depresión y ansiedad van de la mano. De hecho, se estima que aproximadamente el 58% de quienes sufren depresión, presentan un trastorno de ansiedad.

Los problemas de índole sexual también son comunes, sobre todo la disminución de la libido, así como la tendencia a refugiarte en la comida o a recurrir a sustancias como el alcohol y las drogas como válvula de escape.

Ansiedad

Las mujeres presentan un riesgo dos veces superior al de los hombres de padecer un trastorno de ansiedad.

También que la ansiedad tiene un componente hereditario ya que las personas que tienen algún familiar que padece ansiedad, tienen un 38% más de probabilidades de desarrollar este trastorno.

Veamos algunos de estos trastornos con más detalle.

TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA.

Es uno de los problemas más habituales generados por la ansiedad.

Se caracteriza por sufrir durante un periodo de tiempo prolongado de al menos 3 a 6 meses una ansiedad elevada.

La característica principal en este trastorno es la manifestación de ansiedad y preocupación excesivas sobre una amplia gama de acontecimientos, abarcando el área laboral, escolar, familiar, personal, o las actividades diarias, incluso cuando hay pocas o ninguna razón para preocuparse. Entras en un constante estado de alerta ante algo negativo que pueda suceder, lo que se traduce en una permanente sensación de desasosiego e inquietud difícil de controlar que te causa un notable malestar junto con alteraciones psicosomáticas y acaba por deteriorar tu calidad de vida.

El trastorno de ansiedad generalizada tiene síntomas similares a los del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo compulsivo y otros tipos de ansiedad, pero todos son trastornos diferentes.

TRASTORNO DE PÁNICO. ATAQUES DE ANSIEDAD.

Las crisis de pánico o crisis de angustia, son episodios de ansiedad aguda, con miedo o malestar intenso, acompañados de síntomas físicos y mentales que suelen aparecer bruscamente y alcanzar su máxima expresión en los primeros 10 minutos.

A veces, cuando experimentas una crisis, sientes preocupación y temor a experimentar nuevas crisis o a las sensaciones internas relacionadas con ellas. Cuando ese temor es lo suficientemente fuerte para provocarte emociones y comportamientos contraproducentes, o que alteren tus actividades diarias, se considera que sufres un trastorno de pánico.

En el trastorno de pánico se dan crisis de pánico repetidas, algunas de las cuales son inesperadas y no son debidas a sustancias, fármacos, a una enfermedad médica o a otro trastorno mental. Un trastorno de pánico que no recibe tratamiento adecuado suele evolucionar, viéndose complicado con otro trastorno llamado agorafobia.

TRASTORNO DE AGORAFOBIA

La agorafobia consiste en que aparece la ansiedad cuando te encuentras en lugares o situaciones donde escapar puede resultarte difícil o desconcertante o donde, en el caso de aparecer una crisis de pánico o las sensaciones internas temidas, puedes no disponer de ayuda. Puede presentarse con ataques de ansiedad o sin ellos.

Lo que te ocurre con la agorafobia es que sientes un gran temor en situaciones típicas como permanecer solo fuera de casa, estar en aglomeraciones, hacer cola, viajar en avión, en autobús, en tren, o automóvil. Y lo que haces es tratar de evitar por todos los medios estas situaciones. Resistes a costa de sufrir una gran ansiedad, o bien se hace indispensable para ti ir acompañado de una persona conocida para poder soportarlo.

En muchos casos, tener agorafobia se acaba convirtiendo en un estilo de vida insano. Acabas por resignarte a tu miedo, convirtiéndolo en el centro de tu vida, alrededor del cual gira todo tu mundo.

ANSIEDAD SOCIAL

Con la fobia social experimentas temor o miedo, de forma intensa y persistente, a las situaciones sociales, o bien, a las actuaciones en público, por temor a la evaluación de los demás o a mostrar síntomas de ansiedad que resulten vergonzosos o humillantes. Este miedo se puede manifestar en una amplia variedad de situaciones sociales, como al iniciar o mantener conversaciones, participar en pequeños grupos, entrar en lugares donde hay gente sentada, tener citas, asistir a fiestas, hablar con extraños, participar en reuniones, hablar con personas que tienen autoridad…

Lo que te ocurre es que tienes una preocupación constante y esto provoca una respuesta inmediata de ansiedad sobre todo cuando te encuentras en sociedad o en actos públicos que son los que más temes.

La ansiedad que sufres hace que te sientas más vulnerable e inseguro y transforma los actos sociales en algo cada vez más temido y más desagradable, disminuyendo a su vez tu autoestima y seguridad.

Cuando estas circunstancias se mantienen en el tiempo, provocan que evites todo contacto social, empeorando lentamente tu calidad de vida y generando depresión secundaria.

Es importante distinguir la fobia social de la timidez. La timidez es un rasgo de personalidad común y no constituye ningún trastorno ni patología.

TRASTORNO POR ANSIEDAD A LA ENFERMEDAD

Cuando padeces este trastorno te preocupas en exceso ante la posible existencia de una enfermedad porque malinterpretas síntomas físicos insignificantes o funciones corporales normales. La inquietud por la idea de padecer una enfermedad te provoca un gran malestar y angustia. Generalmente no existe ninguna relación fisiológica entre el estado de tu salud y los síntomas de ansiedad. Los múltiples síntomas no pueden explicarse completamente por la presencia de alguna enfermedad conocida o los efectos de una sustancia.

Es posible que te auto-examines en repetidas ocasiones. Por ejemplo, comprobando tu pulso, incluso varias veces al día, para ver si tu ritmo cardíaco es regular. Te asustas fácilmente por nuevas sensaciones corporales. Algunas personas buscáis atención médica con frecuencia mientras que otras os sentís demasiado angustiadas para buscarla.

Lo que es seguro es que la enfermedad ocupa un lugar central en tu vida y monopoliza tu conversación con los demás. A menudo investigas ampliamente el trastorno que piensas que puedes sufrir. Te alarmas fácilmente por la presencia de una enfermedad, incluso cuando son otros los que están enfermos.

Buscas repetidamente que sus familiares, amigos y médicos te tranquilicen. Tiendes a evitar situaciones que podrían provocarte más estrés como por ejemplo visitar a familiares enfermos. También puedes evitar actividades que temes que puedan poner en peligro tu salud como hacer ejercicio físico. Como resultado, puedes deteriorar tus relaciones personales y que se vea alterado tu desempeño laboral.

FOBIAS

El trastorno de ansiedad por enfermedad tiende a ser crónico.

En la fobia simple existen determinadas situaciones específicas que te provocan un intenso miedo o una respuesta de ansiedad inmediata.

En estos casos sientes un temor intenso y persistente hacia objetos o situaciones concretas. Aunque reconoces que este miedo es irracional y excesivo, en la mayoría de las ocasiones evitas situaciones como: conducir, viajar en avión, hablar en público, ir al dentista, las inyecciones, los espacios cerrados, los ascensores, animales inofensivos, fobia a la sangre, claustrofobia, etc.

El problema es que cuanto más evitas estas situaciones, más grande se hace tu miedo o temor. Esta evitación te puede provocar un malestar o sufrimiento muy evidente y también grandes limitaciones e interferir de forma significativa en las actividades cotidianas de tu vida, en tus relaciones personales, familiares, laborales y sociales.

¿Cómo piensas cuando estás ansioso?

Cuando estás ansioso, tu pensamiento es inútil, improductivo, insano.

  • Adelantas conclusiones negativas: Te acostumbras a obrar de este modo y ello va a condicionar una actitud pesimista permanente.
  • Tienes un pensamiento radical: Tiendes a plantear todo en términos diametralmente opuestos: blanco o negro, amor u odio.
  • Generalizas continuos pensamientos negativos: Extraes reglas generales de hechos aislados que, lógicamente, son falsas.
  • Te centras en detalles selectivos nocivos: Tratas de sacar una experiencia nociva de su contexto, ignorando los posibles aspectos positivos que existen a su alrededor.
  • Incurres en fallos en la valoración de los hechos: Cuando no afrontas bien o no sabes salir de los conflictos que la vida te trae, entras en ansiedad.

Sin embargo, cuando superas la ansiedad, tu pensamiento es sano, maduro, constructivo. No adelanta conclusiones, sino que espera a que los hechos se produzcan. Es capaz de ver los matices, es relativo, no emite juicios de valor, sabe esperar; utilizar términos que permiten cierta reconciliación.

¿Cuánto dura una crisis de ansiedad?

La duración de un ataque de ansiedad es variable según la persona y el manejo que haga de los síntomas.

Una vez que aparecen los primeros indicadores de la crisis, la mayor intensidad de los síntomas se alcanza en los 10 o 15 minutos posteriores. A partir de ese momento van decreciendo y aproximadamente en una hora la crisis de ansiedad ha remitido.

Sugerencias para reducir tu ansiedad

Para que puedas manejar mejor tu ansiedad te proponemos:

Identificar los disparadores automáticos de tu ansiedad. Es preciso encontrar las verdaderas claves de tu ansiedad para poder superarla. No es fácil, no te desanimes si no logras encontrarlas por ti mismo.

Aceptar que a veces te vas a encontrarte más nervioso que otras personas en determinadas circunstancias de tu vida. Poder reconocer esto y no auto-exigirte puede aliviarte reduciendo tu ansiedad.

Hacer deporte regularmente. La práctica de ejercicio moderado de manera constante ayuda a mantener bajos los niveles de adrenalina lo que incide favorablemente en la reducción de tu ansiedad.

Disminuir o evitar el consumo de sustancias excitantes. Café, cacao y colas contienen cafeína. Algunas crisis de ansiedad se producen por el consumo excesivo de este tipo de sustancias.

Controlar y cuidar tu alimentación. Determinados alimentos pueden activar la producción de neurotransmisores como la serotonina, que estimulan la relajación y la sensación de bienestar, mientras que otros alimentos agudizan los síntomas de la ansiedad.

Te recomendamos la lectura del artículo Alimentación sana para el cerebro que combate la depresión

Imagina por un momento lo qué ocurriría si NO le echaras aceite a tu coche…La terapia es medicina para tu mente y tu corazón.

¿Se griparía el motor? Sin duda. Pues algo parecido es lo que le sucede a tu cerebro cuando no cuidas tu alimentación.

Es tu responsabilidad cuidar tu cerebro, sólo tienes uno y sólo tú puedes cuidar de él. Por eso, es absolutamente imprescindible para su buen funcionamiento que lleves una alimentación rica en ácidos grasos omega 3, ácido fólico, triptófano y magnesio.

Si con todo ello tu ansiedad sigue sin estar bajo control, te recomendamos buscar la ayuda de un psicoterapeuta, que ponga en tus manos las mejores herramientas para que restablezcas el equilibrio en tu vida de forma duradera.
La terapia es una experiencia reparadora que te cambia la vida
Al concluir el tratamiento consigues:

Herramientas para el futuro

Resultados duraderos

En el menor tiempo posible

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.