Estrés

Sigo estresada. Esto NO es vida.

Ya no puedo más. Me niego a seguir así.

El estrés crónico es uno de los grandes riesgos para la salud que sufren más de 12 millones y medio de españoles en su vida cotidiana.

La importancia de los trastornos ligados al estrés –como la depresión y la ansiedad- en las sociedades occidentales es bien conocida. El estrés puede ser la causa de muchas otras afecciones comunes hoy en día, como enfermedades autoinmunes o degenerativas y, en general, supone un grandísimo obstáculo para tener una vida plena y satisfactoria.

Las cifras son alarmantes y no paran de aumentar. Los estudios clínicos sugieren que entre el 50 y el 75% de todas las visitas al médico están motivadas sobre todo por el estrés y que, en términos de mortalidad, el estrés es un factor de riesgo más grave que el tabaco.

De hecho, la mayoría de los medicamentos más utilizados en los países occidentales pretende tratar problemas directamente relacionados con el estrés, son: los antidepresivos, ansiolíticos y somníferos, los antiácidos, para la acidez y úlceras de estómago, y los dedicados a combatir la hipertensión y el colesterol.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una respuesta automática de tu organismo ante un estado de tensión excesiva y permanente que se prolonga más allá de las propias fuerzas. Te ocurre frente a las situaciones en las que sientes una demanda importante o un peligro.  La respuesta de estrés provoca una activación fisiológica dirigida a cubrir la demanda y permitir que dispongas de la energía necesaria para afrontarlo. Esta reacción es absolutamente normal y no supone un problema.

Existen una serie de elementos externos ambientales que son los que actúan como estresores tales como: problemas laborales, conflictos familiares, rupturas de pareja, cambios de residencia, dolor, enfermedad, pérdidas, desafíos de la vida, etc. Estos estresores te obligan a mantener la respuesta de estrés durante largos periodos de tiempo y de manera frecuente sufriendo las consecuencias negativas del estrés.

Lo que te ocurre cuando sufres de estrés es que te sitúas en unas condiciones de vida que te llevan continuamente al borde del agotamiento. Te resulta complicadísimo recortar tus actividades. Tu tendencia habitual pasa por “decir que sí siempre a todo y a todos”. No sabes decir ¡basta! Por este camino tu destino es fácil de prever: no vives, no está contigo mismo sino que deambulas de acá para allá, en un sinfín de actividades que terminan en situaciones insostenibles.

La primera fase de alarma, ocurre cuando llevas acumulando un sobreesfuerzo constante, una tensión emocional o intelectual fuerte, un ritmo vertiginoso de vida, sin tiempo para nada. Lo fundamental es el tipo de vida.

Siempre abrumado, sobrepasado en las propias posibilidades, permanentemente desbordado, agobiado, sin un minuto libre, arrastrando un cansancio crónico.

No hay tregua posible para tu trabajo, ya que intentas atender simultáneamente a demasiadas exigencias inaplazables. La consecuencia es una hiperactividad incontenible, imparable, que pretende llegar a demasiadas cosas y que acaba por no estar lo suficientemente atenta a todas y cada una de ellas. La segunda etapa se denomina fase de resistencia. Se produce cuando ya has alcanzado una cierta adaptación a esa sobrecarga prolongada. Persiste todo igual que al principio, lo que sucede ahora, es que se eleva el nivel de resistencia por encima de lo normal. Te has acostumbrado a llevar ese ritmo trepidante de vida.

Finalmente, se llega a un tercer y último estadio: es la fase de agotamiento, tras la supervivencia de las dos primeras.

Aquí es cuando te derrumbas y fallan todas las estrategias de adaptación. Las energías van desmoronándose y los signos de reacción empiezan a ser ya irreversibles.

En esta etapa final te sientes extenuado. Cuando estás estresado percibes muchas demandas a las que has de enfrentarse y por tanto activas tu organismo con mucha frecuencia, forzándolo en exceso y produciéndote síntomas físicos y psicológicos.

Con nuestra manera de abordar el trabajo psicoterapéutico

 no solo logras recuperar tu equilibrio integral

 sino que fortaleces tu salud psicológica y emocional de forma duradera

¿Es malo el estrés?

El estrés en sí no es malo. Gracias a ese mecanismo hemos logrado sobrevivir, pues nos dispara los mecanismos de supervivencia. El problema es que, en lugar de estar sometidos a un estrés puntual de vez en cuando, donde antiguamente tocaba luchar o salir pitando, ahora estamos sometidos a diversos tipos de estrés, todos a la vez y en formato permanente: ambientales, tóxicos, disruptores endocrinos, estrés físico o emocional… ¡Vivir así no es vida!

El estrés emocional puede ser de dos clases:

  • Estrés positivo (también llamado “eutrés”), como por ejemplo el que puede sentir un actor antes de salir a escena. Este tipo de estrés te mantiene alerta e incluso, en situaciones de peligro, puede salvarte la vida porque te da la fuerza suficiente para defenderte ante un ataque o accidente.
  • Estrés negativo (también llamado “distrés”), que es al que nos referimos usualmente cuando hablamos de estrés. La respuesta es exagerada y entonces, comienza a afectar a tu salud y a las relaciones con tu entorno.

Las consecuencias del estrés negativo o crónico nunca serán buenas ni para ti, ni para tu salud. Muchas de las enfermedades crónicas son enfermedades psicosomáticas, en las que el estrés es decisivo. Hablamos de enfermedades como depresión, problemas gastrointestinales, colon irritable, insomnio, obesidad, problemas de piel, ataques al corazón…

¿Cuáles son los síntomas del estrés?

Cuando los elementos estresores son intensos y prologados en el tiempo acabas teniendo una sobrecarga de estrés que se manifiesta a través de tres planos: físico, psicológico (emocional y cognitivo) y de conducta. Estos son algunos de los síntomas negativos indicadores de una situación de estrés:

SÍNTOMAS FÍSICOS

  • Taquicardia
  • Hiper-sudoración
  • Sequedad de boca
  • Jaquecas
  • Tics
  • Mareos
  • Temblores
  • Insomnio
  • Molestias gástricas
  • Dilatación pupilar
  • Tensión muscular, facial y mandibular
  • Aumento de la presión sanguínea
  • Aumento de la tensión arterial
  • Excitación general

SÍNTOMAS PSÍQUICOS

  • Preocupación
  • Ansiedad
  • Agitación
  • Cansancio
  • Inquietud
  • Depresión
  • Intranquilidad
  • Irritabilidad
  • Hipocondría
  • Miedo difuso
  • Sensación de bloqueo
  • Reducción de la autoestima
  • Atención dispersa
  • Deterioro de la memoria
  • Desorganización del pensamiento
  • Disminución de la vigilancia
  • Desorientación tiempo-espacio
  • Disminución del rendimiento intelectual

SÍNTOMAS DE CONDUCTA

  • Irritabilidad
  • Excitación
  • Pesadillas
  • Tabaquismo
  • Problemas sexuales
  • Bloqueos frecuentes
  • Reducción de aficiones
  • Estado de tensión y alerta
  • Imposibilidad para relajarse
  • Indecisión, dudas constantes
  • Dificultada para poder dormir
  • Aumento de la ingesta, incluso con atracones
  • Aumento del consumo de cafeína y de azúcar
  • Andar sin rumbo, ir y venir inquieto de acá para allá
  • Respuestas desproporcionadas a estímulos externos

A largo plazo el desgaste producido por estos síntomas puede llegar a generar problemas serios de salud. Cuando estás estresado de forma continuada, los efectos sobre tu salud psíquica y física, aumentan. Se ha demostrado que el estrés continuado afecta al sistema inmunológico de las células, bajando nuestras defensas, y aumentando así la probabilidad de contraer todo tipo de enfermedades, desde las más leves como los catarros, hasta las más graves como el cáncer.

Además resulta que el estrés influye en la percepción del dolor, que aumenta, y en la capacidad para soportarlo que disminuye, con lo que las enfermedades, además de más frecuentes, se nos hacen más difíciles de llevar.

Si crees que tienes estrés, podemos ayudarte a recuperar

 tu bienestar y a mejorar tu calidad de vida

 previniendo en el futuro otros problemas graves de salud

¿Como es nuestro tratamiento para el estrés?

El primer paso en nuestro tratamiento del estrés es realizar un diagnóstico certero. Para ello llevamos a cabo una evaluación y valoración de tus síntomas físicos y psicológicos así como del entorno en el que te mueves. Todo ello nos ayuda a indagar sobre el origen de tu estrés, a determinar cuáles son tus elementos estresores y cómo los has ido abordando hasta la fecha. Hacemos también una valoración de los recursos con los que cuentas para afrontar el estrés.

Una vez logrado esto se simplifica el proceso de abordaje del estrés y el tratamiento es mucho más eficaz al ir directamente al origen del problema.

Contamos con los medios y experiencia necesaria para el tratamiento del estrés.

Diseñamos un tratamiento personalizado para ti.
Tú eres único y tu tratamiento también debe serlo.

Te explicamos lo que te pasa y por qué te pasa. Podrás comprenderte mejor, al entender el significado de tus síntomas, su origen, al poder descubrir la realidad de lo que te está pasando.

Conocer todo esto facilita que te puedas tranquilizar y empezar a regularte, a dejar de sentirse distinto de los demás, a darte cuenta de que lo que te ocurre tiene solución; porque la tiene.

Posteriormente iniciamos una intervención psicoterapéutica integral del estrés utilizando para ello distintas técnicas y herramientas tales como:

  • Psicoeducación para comprender el problema: su origen, su dinámica, los factores que han incidido en su creación y que lo mantienen.
  • Programas de relajación y visualización para disminuir la activación fisiológica.
  • Aprendizaje de habilidades como autoconciencia, gestión emocional y empatía.
  • Reestructuración cognitiva para cambiar patrones de pensamientos distorsionados.
  • Coaching para lograr pautas de alimentación y vida sana. Para que puedas conseguir tus metas y objetivos sin someterte a un sobreesfuerzo constante.
  • Gestión del tiempo para que aprendas a administrar el tiempo obteniendo la mayor productividad posible en el trabajo y en tu vida personal.
  • Inteligencia emocional para aprender autocontrol y a regular tus emociones.
  • Mindfulness para reducir tu ansiedad. Para aprender a prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento.
  • EMDR para abordar los conflictos latentes y potenciar los recursos positivos con los que cuentas.

Aplicamos técnicas innovadoras y más eficientes que

 mejoran los resultados

 y reducen el tiempo de duración del tratamiento

Los problemas no tratados suelen continuar y empeorar, y pueden generarte nuevos problemas. Por ejemplo, una persona que tiene ataques de pánico puede comenzar a beber más alcohol de la cuenta, con la esperanza equivocada de que éste la ayudará a aliviar su dolor emocional. Las consecuencias de no recibir el tratamiento que necesitas pueden ser peligrosas.

Siempre es mejor buscar ayuda profesional al inicio de la problemática

 que esperar a que las dificultades sean demasiado graves.

 Te ahorras dinero, tiempo y sobre todo sufrimiento innecesario.

Nuestro tratamiento no sólo se centra en que superes el estrés y logres hacerte más resistente frente al mismo; sino que consigas fortalecer tu salud psicológica y emocional de forma duradera logrando una recuperación integral de tu organismo.

El estrés tiene cura

Generamos los recursos necesarios

para mantener los logros obtenidos y prevenir recaídas futuras

En el caso de que además del tratamiento terapéutico sea preciso recurrir a la farmacoterapia (sólo para los casos más extremos), ponemos a tu disposición un servicio de psiquiatría que se encarga de recetarte el medicamento más adecuado y llevar regularmente un control del mismo para ajustar la dosis de forma óptima.

¿Qué beneficios obtienes al superar tu estrés?

Te ofrecemos herramientas y técnicas para combatir el estrés que te ayudarán a:
  • Descubrir las causas y el origen de tu estrés.
  • Mayor consciencia y contacto con el momento presente.
  • Planificar acciones concretas para reducir tu estrés.
  • Gestionar mejor tu tiempo, ser más productivo y eficiente.
  • Transformar el estrés negativo en positivo y aprender a relajarte
  • Gestionar de una manera más consciente y eficaz tus emociones.
  • Potenciar habilidades emocionales: autoconciencia, gestión emocional, empatía.
  • Mejorar tus relaciones ínter personales al sentirte tú más equilibrado y sereno.
  • Aumentar tu auto-conciencia emocional e identificar las fuentes de estrés.
  • Tener mayor auto-control y aumentar tu inteligencia emocional.
  • Modificar las creencias irracionales, desadaptativas que sustentan tu estrés.
  • Aprender a valorar las situaciones importantes de tu vida desde una perspectiva más lógica y realista.
  • Recuperar tu equilibrio interno, cuidar de tu salud atendiendo de forma integral a todos los aspectos de tu persona: cuerpo, mente, emoción y espíritu.

En definitiva, aprenderás a vivir en el presente de manera más plena, con mayor serenidad, mejorando así significativamente tu calidad de vida.

Recuperar tu equilibrio y bienestar es fácil

 si cuentas con el apoyo psicológico adecuado

La terapia es una experiencia reparadora que te cambia la vida
Al concluir el tratamiento consigues:

Herramientas para el futuro

Resultados duraderos

En el menor tiempo posible

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.