ALIMENTACIÓN SALUDABLE PARA TU CEREBRO. Que además combate la depresión…

Es absolutamente esencial para el buen funcionamiento del cerebro controlar y cuidar nuestra alimentación, todas las personas, también las sanas y equilibradas psicológicamente, convendría que siguiesen las recomendaciones alimentarias que aquí te proponemos.

Si además te encuentras inmers@ en un estado depresivo, debería ser una tarea obligatoria a realizar ya que está sobradamente demostrado que la ingesta regular de determinados alimentos reducen, como mínimo, un 10% los síntomas de la depresión.

Durante muchos años se pensó que la depresión era un problema meramente psicológico. Ahora sabemos que no es así. Está demostrado que nuestra dieta habitual puede agravar los síntomas depresivos o, al contrario, atenuarlos. Aunque un control de la  alimentación desde luego no es suficiente para combatir la depresión, una alimentación equilibrada está demostrado que puede ayudar en el tratamiento de la depresión en particular pero también en cualquier proceso de psicoterapia que la persona esté llevando a cabo.

3 pasos específicos para salir de la depresión

  1. El primer paso consiste en informarse, averiguar qué nos sucede y a qué nos estamos enfrentando en realidad. Realizar un proceso de terapia psicológica es la mejor decisión que puedes tomar para salir de la depresión.
  2. Es esencial adoptar hábitos de vida saludables para cualquier persona pero especialmente, si padeces depresión. Por ejemplo, se ha demostrado que tan solo 30 minutos de ejercicios aeróbicos tres días a la semana, pueden aliviar considerablemente los síntomas de la depresión. No es obligatorio ir a un gimnasio, simplemente caminar a buen ritmo “moviendo el corazón” es suficiente, (no es un paseo viendo escaparates, recuerda que es un ejercicio aeróbico). También es imprescindible dormir al menos 6 o 7 horas cada día (sueño reparador) y para ello debemos respetar las rutinas en los horarios para irnos a la cama a la misma hora y no comer nada al menos aprox. 90 minutos antes de irse a dormir y beber, durante ese periodo, la menor cantidad de líquido posible, incluido el agua que tampoco se recomienda beberla antes de dormir.
  3. Por último y muy importante es controlar y cuidar nuestra alimentación. Determinados alimentos pueden activar la producción de neurotransmisores como la serotonina, que estimulan la relajación y la sensación de bienestar, mientras que otros alimentos agudizan los síntomas de la depresión.

Es absolutamente imprescindible para el buen funcionamiento del cerebro llevar una alimentación rica en ácidos grasos omega 3, ácido fólico, triptófano y magnesio, es por ello que, al menos durante todo el tiempo que dure el proceso terapéutico, será esencial controlar la alimentación respetando estas propuestas en la mayor medida posible. Imagina por un momento lo qué ocurriría si no le echaras aceite a tu coche, ¿se griparía el motor?, pues algo parecido es lo que le sucede a tu cerebro cuando no cuidas tu alimentación. Es nuestra responsabilidad cuidar de nuestro cerebro, sólo tenemos uno y sólo nosotros podemos cuidar de él.

¿Por qué el consumo de azúcar influye en la depresión?

Nuestro cerebro depende del suministro de glucosa para funcionar, por lo que no es extraño que la cantidad de azúcar que consumimos guarde relación con las conductas agresivas, la ansiedad y la depresión. De hecho, se ha descubierto que las personas que sufren depresión son particularmente vulnerables a las oscilaciones del nivel de glucosa en sangre.

Cuando comemos alimentos que contienen demasiada azúcar o carbohidratos simples se produce casi de inmediato un pico de glucosa. Para equilibrar esa cantidad excesiva de glucosa, nuestro cuerpo desata una respuesta hormonal dirigida a disminuir los niveles de glucosa en sangre. Como resultado, cuando baja el pico de glucosa podemos experimentar síntomas como la fatiga, irritabilidad, confusión mental, problemas de concentración y de memoria, tristeza y desaliento.

Además, el consumo excesivo de azúcar genera una serie de reacciones químicas en nuestro cuerpo que promueven los procesos inflamatorios. A largo plazo, la inflamación crónica termina afectando el funcionamiento del cerebro e incluso puede generar enfermedades neurodegenerativas.

Numerosos estudios nos demuestran lo importante que es fluctuar el nivel de glucosa en sangre, sobre todo si la persona padece depresión. Es por tanto, de vital importancia seguir una dieta equilibrada, en la que tendremos que dejar de consumir algunos alimentos.

Los últimos estudios realizados en Harvard, han demostrado que los alimentos ricos en azúcar refinada y carbohidratos simples, como la bollería industrial, la pasta, el arroz blanco (que no es integral) y las sodas, aumentan el riesgo de sufrir depresión.

Para prevenir y superar la depresión no solo debemos evitar los alimentos con azúcar refinada y carbohidratos simples. En los últimos años también se está mirando con lupa el gluten, que se suele encontrar en el trigo, el centeno, la cebada y la avena. Una hipótesis explicativa apunta al hecho de que el exceso de gluten hace que disminuyan los niveles de serotonina, lo cual puede conducir a la depresión. Otra hipótesis indica que el gluten puede afectar la microbiota intestinal, causando cambios en el estado de ánimo que pueden provocar la depresión.

Los alimentos más indicados para el buen funcionamiento del cerebro son:

Alimentos ricos en omega-3. No es un ácido graso milagroso, pero casi, ya que se estima que los suplementos de omega-3 pueden reducir los síntomas de la depresión al menos en un 10%. Además este ácido graso es muy beneficioso para el cerebro y contribuye a aliviar los procesos inflamatorios.

El pescado azul, los mariscos, la yema del huevo, las almendras, las nueces y el aceite de linaza son alimentos ricos en omega-3 que deberías incluir cada día en tu dieta.

Alimentos ricos en magnesio. La falta de magnesio provoca problemas de atención, dificultades de memoria y fatiga. La deficiencia de magnesio genera un estado de hipersensibilidad ante el estrés.

El chocolate negro, los moluscos, los productos lácteos, los cereales integrales, las semillas de girasol, las almendras, la soja, el tofú, las bananas, la verdolaga y la acelga son ricos en magnesio.

Alimentos ricos en triptófano. El triptófano estimula la producción de serotonina, un neurotransmisor que genera una sensación placentera de tranquilidad, relajación y bienestar. Además, disminuye la sensación de hambre, un aspecto muy importante, ya que las personas con tendencia a la depresión suelen experimentar una imperiosa necesidad de comer alimentos dulces.

Alimentos que contienen mayor cantidad de triptófano: El pavo, el pollo, la leche, el queso y los huevos y las frutas como el plátano, la piña, el aguacate y la ciruela.

Alimentos ricos en ácido fólico. Existe  una relación estrecha entre el ácido fólico y la depresión: las personas deprimidas tienen una deficiencia de esta vitamina.

El hígado de pollo o de ternera, los cacahuetes, las verduras de hoja verde como las espinacas y la acelga, así como los cereales integrales, son ricos en esta vitamina.

Todos ellos contribuyen a combatir la depresión y a cuidar tu cerebro, el órgano más importante que posees, por tanto su ingesta regular es muy necesaria.

Locura es esperar “nuevos” resultados tras seguir haciendo lo mismo.

Hay circunstancias y momentos en la vida en los que necesitamos ayuda profesional.

Podemos ayudarte.  659 46 16 27

¿Tomás algo para ser feliz? Sí, decisiones.

www.soltarsaltar.com

Si crees que este artículo puede ser interesante para otras personas que conozcas, por favor, te ruego lo reenvíes y compartas en tus redes sociales.

Te agradecemos enormemente tu generosidad, tu atención y tu tiempo.

Que tengas un gran día.

Contacto

¿A qué podría parecerse hacer terapia? Imagínatela como un viaje reparador...

Nuestra manera de entender el trabajo psicoterapéutico es ayudarte a resolver tu malestar para que puedas alcanzar lo antes posible el bienestar que necesitas, mejorando tu calidad de vida de forma duradera. Este es nuestro cometido, y la responsabilidad y compromiso que elegimos tener contigo.

Entendemos la psicoterapia como una experiencia transformadora capaz de cambiar la forma de verte a ti mismo y a los demás y de relacionarte con ellos.

Para que puedas entender mejor lo que para nosotros significa hacer un proceso terapéutico, nos gusta comparar nuestro proceso con un viaje que te lleva a vivir una experiencia emocional verdaderamente reparadora.

El primer paso de nuestro particular viaje es hacer una evaluación. No pretendemos encasillarte en un determinado cuadro patológico, sino organizar la información que nos proporcionas para poder establecer el foco adecuado y las metas terapéuticas. El segundo paso del viaje es diseñar una buena planificación, saber dónde vamos y cómo llegar sin rodeos a nuestro destino. El tercer paso es la intervención terapéutica.

Antes de embarcarnos en lo que es un viaje difícil o complejo, para sentirnos más seguros y con la menor tensión posible y conseguir llegar a nuestro verdadero destino, es conveniente planificar y preparar adecuadamente todo lo necesario para acometer con éxito nuestro viaje:

  • Sabemos dónde queremos ir y por qué necesitamos hacer el viaje.
  • Determinamos si el viaje es completamente realista, teniendo en cuenta el tiempo, la energía y los recursos que disponemos, así como el nivel de riesgo.
  • Disponemos de un buen mapa de carreteras: nuestro tratamiento terapéutico.
  • Hacemos un balance de los puntos fuertes y débiles (tanto de los nuestros como psicoterapeutas como de los tuyos como cliente). Identificamos los aspectos problemáticos y los recursos potenciales con los que contamos para apoyarnos en ellos durante el viaje.
  • El trabajo de un guía es, entre otras cosas, conocer a la perfección todo lo relativo al viaje. Por eso, como guías, tenemos conocimientos específicos sobre viajar (especialmente somos expertos en cómo movernos por territorios poco conocidos o peligrosos). Nuestra profesionalidad y credibilidad como guías de viaje está asegurada.
  • Nos preparamos para todas las sorpresas y posibles incidencias que nos pudiéramos encontrar por el camino: como controles de carretera, desvíos y peligros (sabiendo de antemano cómo responder a todos ellos).
  • Nos preocupamos de disponer de todo lo que emocionalmente hace falta para resultar unos buenos compañeros de viaje, sin juzgarte, ni criticarte ni aconsejarte: haciéndote sentir seguro, comprendido, tranquilo, confiado, estimulado y en todo momento apoyado para que puedas aprovechar y nutrirte del viaje lo máximo posible.
  • Establecemos el ritmo necesario que es el adecuado para este viaje concreto.
  • Es más probable que no nos perdamos y que el viaje tenga éxito cuando se va acompañado de un guía experto en el territorio. No obstante, en el supuesto caso de que nos perdiéramos, sabemos lo qué debemos hacer exactamente.
  • El guía (psicoterapeuta) desempeñará un rol activo para evitar la dispersión y para mantenerse dentro de los límites del foco terapéutico que nos asegurará la llegada a nuestro destino.
  • Sabemos cuándo hemos llegado al destino o cuándo hemos hecho un recorrido “suficiente” para ti (teniendo en cuenta tus deseos de hasta dónde quieres llegar exactamente, evitando hacer un viaje terapéutico largo y profundo si no es eso lo que verdaderamente deseas).
Algunos viajes suponen descubrir un nuevo mundo interno y externo

Al finalizar el viaje, a través de ese vínculo sagrado de confianza y seguridad que hemos creado entre nosotros, habrás aprendido a identificar, legitimar, regular y manejar tus emociones, pensamientos y conductas de una manera más sana y beneficiosa para ti y para tus relaciones.

Este tipo de viaje, con este guía en concreto, te habrá proporcionado una mirada interior, un verdadero autoconocimiento, te habrá provocado reflexión y facilitado el cambio y la transformación interior. Te habrás llevado valiosas experiencias, herramientas y nuevos recursos perdurables en el tiempo que te preparan para afrontar las situaciones complejas que puedan darse en cualquier otro reto que decidas acometer a partir de ahora, solo o en compañía de otros viajeros. Sin darte cuenta, tú mismo, te habrás convertido en un gran guía.

La buena psicoterapia, como los buenos viajes, te transforma por dentro y se nota por fuera

Puede ayudarte a despejar tus dudas sobre si la terapia es para ti o no, conocer cuáles son las problemáticas más frecuentes que trabajamos diariamente en la consulta.

En nuestras sesiones de terapia vas a encontrar solución a tus problemas:

  • Cuando tienes un problema y no puedes parar de darle vueltas en tu cabeza y está interfiriendo en tu vida cotidiana.
  • Cuando te cuesta expresar lo que sientes y sólo lo racional te hace sentirte cómodo.
  • Cuando te sientes desbordado por tus emociones.
  • Cuando evitas todo lo que puedes los conflictos y prefieres ceder tú ante los demás.
  • Cuando te sientes insatisfecho y tienes la sensación de que te falta algo esencial para ti.
  • Cuando sufres con tus relaciones ya sean familiares, laborales, amorosas, sociales.
  • Cuando no consigues controlar tus impulsos.
  • Cuando te sientes aislado, criticado o rechazado por los demás. Cuando te sientes víctima.
  • Cuando sientes que “tú no puedes” y recurres a “depender compulsivamente” de otros.
  • Cuando te sientes inseguro, cuando te exiges demasiado o cuando no te gusta cómo eres realmente y tu autoestima se ve mermada.
  • Cuando te sientes confuso y te cuesta muchísimo tomar decisiones.
  • Cuando quieres aprender a resolver mejor tus conflictos internos y externos.
  • Cuando te cuesta decir no y sientes temor a que los demás se enfaden o te rechacen.
  • Cuando deseas aprender habilidades para relacionarte mejor con los demás porque te cuesta crear, mantener, posicionarte o romper relaciones.
  • Cuando has estado deprimido, ansioso, inseguro, bloqueado o enojado desde hace tiempo y ya no quieres seguir así más tiempo.
  • Cuando tienes problemas laborales, te sientes desmotivado, incapaz o sufres acoso laboral
  • Cuando lamentablemente padeces una enfermedad que interfiere en tu bienestar.
  • Cuando no te sientes bien contigo mismo porque ocupa demasiado espacio en tu vida la tristeza, el estrés, la ansiedad, el miedo, la preocupación o la vergüenza.
  • Cuando tu pasado te atormenta y tu futuro te asusta y te impide disfrutar del presente.
  • Cuando has perdido la ilusión por la vida y te cuesta disfrutar de las cosas.
  • Cuando atraviesas problemas puntuales como la pérdida de un trabajo, la crianza o la partida de los hijos. Cuando te enfrentas a una pérdida por la muerte de un ser querido. Cuando te encuentras en una situación de crisis vital. Cuando deseas perder peso y no lo consigues por ti mismo. Cuando te sientes abrumado por un nuevo empleo. Cuando te agobian en exceso las responsabilidades…

¿Te identificas con alguna de esas situaciones? Si es así, ya NO tienes que afrontarlo tú solo.

Si te acompaña un sentimiento de malestar o insatisfacción prolongado y resta tu calidad de vida, es el momento de plantearte que la terapia es para ti.

No olvides que, como tú, todos nosotros nos hemos encontrado en un momento dado en una situación difícil en nuestra vida, y hemos necesitado recibir asesoramiento de un experto que nos ayudó a mitigar nuestro dolor, a recuperarnos y a conseguir lo que verdaderamente necesitábamos.

Da igual si eres hombre o mujer, no importa tu edad, ni a qué te dedicas en la vida, tampoco importa si tienes más o menos dinero ni más o menos estudios. La buena noticia es que cualquier persona puede beneficiarse de la terapia.

Como regla general, cuanto más tiempo duran los síntomas más se agravan los problemas y más cuesta erradicarlos. Cuanto más interfieran en tu vida diaria, más necesitarás recurrir a un tratamiento profesional.

La terapia te proporciona un gran alivio para tu malestar o sufrimiento.

Propone soluciones para todo aquello que te resulta inquietante, agotador, aterrador, espantoso…

Supone una transformación inimaginable.

¿Tienes dudas o temores ante hacer terapia?

En la actualidad, cada vez más personas van a terapia y la psicología está ya en boca de todos. Hacer terapia resulta algo de lo más natural. Afortunadamente ya no se asocia con tener problemas mentales, sino con reconocer que a veces carecemos de herramientas suficientes para afrontar situaciones difíciles que todos vivimos.

Las grandes personas como tú, también necesitan sentirse apoyadas
A la hora de iniciar una terapia, te pueden surgir dudas como estas:
  • ¿Tiene solución lo que a mí me pasa?
  • ¿Es terapia lo que yo necesito?
  • ¿Voy a perder mi tiempo y mi dinero?
  • ¿Me van a cambiar mi personalidad?
  • ¿Creerán que estoy peor de lo que estoy?
  • ¿Voy a descubrir cosas que no sé si quiero saber?
  • ¿Acertaré con el terapeuta?
  • ¿Qué pensará el terapeuta de mí?
  • ¿Se enterará alguien de lo que cuento o será totalmente confidencial?
  • ¿Y mi familia y amistades, qué les voy a decir?
  • ¿Pensarán que estoy peor porque voy a terapia?
  • ¿Me juzgarán?

Seguro que alguna de estas dudas o parecidas te surgen. Puedes resolverlas en nuestras preguntas frecuentes.

En ocasiones, hay algunas personas a las que acudir a la primera sesión de terapia les supone cierta vergüenza. Puedes creer que lo estás haciendo mal. Te puede entrar miedo o temor a ser juzgado. A que te consideren más débil o incluso loco…

Puedes cuestionarte si “otros son más capaces que tú”. Incluso puedes llegar a pensar que eres un “desastre” o que has “fallado” como madre, padre, hijo, amigo, esposo, profesional… por no haberlo podido solucionar por ti mismo.

De la misma forma que no sientes que has fallado cuando no puedes reparar por ti mismo el coche, hacer terapia tampoco significa que hayas fallado. ¡Nada más lejos de la realidad! Es justo lo contrario: Las personas más fuertes y valientes se forjan a base de enfrentar retos.

Es completamente lógico y normal que sientas nervios, y que al principio te cueste un poco, tomar la decisión de iniciar un proceso de terapia. Nos pasa a todos.

Implica ponerte en manos de un desconocido y revelarle tus asuntos íntimos.

Es una experiencia totalmente nueva que te puede conectar con tu vulnerabilidad, con una sensación de vergüenza y cierta minusvalía, conectarte con tus miedos, carencias e inseguridades.

A todos nos asusta mirar dentro de nosotros mismos, por eso tendemos a minimizar la gravedad de nuestros problemas.

Tener el coraje de aceptar que necesitas ayuda es una señal de fortaleza y de inteligencia.

Involucrarte en una terapia demuestra que eres muchísimo más valiente, capaz y valioso de lo que tú crees aunque ahora no te sientas así. Y precisamente esto es una de las cosas que vas a poder averiguar y sentir en el proceso terapéutico.

Las personas que acudís a terapia sois mucho más valientes, nobles y responsables.

Eres valiente por decidirte a venir, por atreverte a revelar tus asuntos íntimos, a descubrir lo que verdaderamente te sucede, por aceptar tus limitaciones, por reconocer tus carencias, por invertir tu tiempo y dinero para conseguir aquello que necesitas, por querer crecer y evolucionar, por hacer frente a tus problemas, por responsabilizarte en buscar soluciones eficaces, por no “echar balones fuera”, engañarte o culpar a los demás de tu malestar.

Una excelente manera de abordar tus temores  es contarnos lo que te preocupa

Tener el arrojo de superar esa ansiedad inicial puede brindarte una sensación de alivio, coraje y optimismo.

Pedir ayuda es el primer paso en el proceso para que puedas sentirte mejor.

Vale la pena porque cualquier persona puede beneficiarse de un proceso terapéutico. Si en algún momento tu calidad de vida no es la que deseas, no cabe duda de que la psicoterapia puede ayudarte enormemente.