Existen diferentes tipos de fobias que pueden agruparse en:
- Fobias de tipo ambiental: a las tormentas, a las tempestades, a los rayos…
- Fobias de tipo animal: A los perros, a las arañas, a las cucarachas, a las serpientes…
- Fobias a intervenciones de tipo médico: A las agujas…
- Otras fobias: A la oscuridad, a conducir, al agua, a los túneles, a las inyecciones…
Éstos son algunos de los miedos fóbicos específicos más frecuentes:
AEROFOBIA: Miedo a volar. AMAXOFOBIA: Miedo a conducir.
LIGIROFOBIA: Miedo a los ruidos. ACROFOBIA: Miedo a las alturas.
HEMATOFOBIA: Miedo a la sangre. DENTOFOBIA: Miedo al dentista.
FAGOFOBIA: Miedo a atragantarse. TANATOFOBIA: Miedo a la muerte.
GLOSOFOBIA: Miedo a hablar en público. CINOFOBIA: Miedo a los perros.
CLASTROFOBIA: Miedo a los espacios cerrados. ERITROFOBIA: Miedo a sonrojarse.
Fobias específicas o simples.
Cuando tenemos un miedo irracional e intenso hacia algo concreto ya sea de tipo ambiental, animal, situaciones determinadas o un objeto concreto que en realidad no supone una verdadera amenaza, estamos ante una fobia simple o específica.
Las personas que padecen fobias específicas, a un estímulo concreto, como por ejemplo, el miedo a los animales, son más propensas a mostrar una activación del sistema nervioso simpático, es decir, tienen una reacción de lucha o huida.
En cambio, quienes sufren fobia a una situación concreta, como puede ser el miedo a la sangre o al dentista, suelen presentar una respuesta vasovagal muy intensa que se caracteriza por un aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, seguida por un descenso brusco de ambos parámetros, lo cual causa una sensación de desvanecimiento que puede terminar en desmayo.
Fobia Social
La fobia social, es un tipo de trastorno de ansiedad que se caracteriza porque quienes lo padecen presentan un grave temor a situaciones en las que puedan sentirse juzgados, avergonzados o humillados por terceras personas. Esto puede suceder incluso si dicho juicio no es real, pero la persona fóbica lo percibe como tal.
Cuando sufres de fobia social temes comportarte en público de una forma que resulte vergonzosa. Sientes que tu propia valía personal está en juego por eso tienes pánico a que los demás noten tu nerviosismo, a ser humillado, a hacer el ridículo, a perder el control… Te sientes demasiado sensible a la crítica externa y temes ser juzgado de una forma severa y negativa por otras personas.
Las sensaciones de miedo que sufres con este trastorno pueden ser extremadamente intensas; hasta tal punto, que pueden desencadenarse ante el sólo hecho de imaginarte una situación en la que te sientas juzgado. Cuando adviertes que irremediablemente vas a tener que afrontar una situación social que temes, es fácil que llegues a sufrir ansiedad anticipatoria, a veces incluso con varias semanas o meses de antelación.
Las personas que padecen este trastorno son conscientes de que su miedo es excesivo e injustificado. Sin embargo, a pesar de ello, se muestran completamente incapaces de controlarlo.
Es ese miedo intenso que sientes el que te hace que intentes evitar cualquier situación social para no tener que correr el riesgo de exponerte en público. Cuando es inevitable y te tienes que enfrentar a esa situación social tan temida conlleva para ti soportar muchísimo sufrimiento.
Este trastorno en particular afecta por igual a hombres y mujeres, y se cree que factores como unos padres sobreprotectores o la escasez de oportunidades sociales pueden ser elementos que favorezcan su desarrollo.
Cuando sufres este tipo de fobia, tu ámbito profesional se puede ver seriamente perjudicado, sobre todo cuando comienzas a desatender tus obligaciones laborales para evitar la situación temida. Por ejemplo, la fobia a hablar en público puede ser muy limitante, ya que te invaden ideas irracionales que te impiden sentir la suficiente confianza en ti mismo como para poder exponer tus puntos de vista o hacer preguntas importantes relacionadas con tu trabajo, etc.
La mayoría de las veces la fobia social se asocia a cualquier situación en público pero en ocasiones puede estar limitada a una situación en particular como por ejemplo que vengan familiares o amigos tuyos o de tu pareja a pasar unos días a tu casa, etc.
Se ha demostrado que las personas que padecen este trastorno tienen mayores posibilidades de desarrollar conductas adictivas a sustancias como el alcohol o las drogas, ya que pueden llegar a creer que dichas sustancias les hacen relajarse en situaciones sociales.
Aunque los síntomas comienzan a manifestarse desde el inicio del trastorno, es importante abordarlo terapéuticamente cuanto antes, ya que de no ser, tus síntomas pueden llegar a acompañarte durante el resto de tu vida. Esto, lógicamente, puede llegar a tener graves consecuencias en tu ámbito profesional, sentimental y social.