Estrés

Sigo estresada. Esto NO es vida.
Ya no puedo más. Me niego a seguir así.

El estrés crónico es uno de los grandes riesgos para la salud que sufren más de 12 millones y medio de españoles en su vida cotidiana.

La importancia de los trastornos ligados al estrés –como la depresión y la ansiedad- en las sociedades occidentales es bien conocida. El estrés puede ser la causa de muchas otras afecciones comunes hoy en día, como enfermedades autoinmunes o degenerativas y, en general, supone un grandísimo obstáculo para tener una vida plena y satisfactoria.

Las cifras son alarmantes y no paran de aumentar. Los estudios clínicos sugieren que entre el 50 y el 75% de todas las visitas al médico están motivadas sobre todo por el estrés y que, en términos de mortalidad, el estrés es un factor de riesgo más grave que el tabaco.

De hecho, la mayoría de los medicamentos más utilizados en los países occidentales pretende tratar problemas directamente relacionados con el estrés, son: los antidepresivos, ansiolíticos y somníferos, los antiácidos, para la acidez y úlceras de estómago, y los dedicados a combatir la hipertensión y el colesterol.

El estrés es una respuesta automática de tu organismo ante un estado de tensión excesiva y permanente que se prolonga más allá de las propias fuerzas. Te ocurre frente a las situaciones en las que sientes una demanda importante o un peligro.  La respuesta de estrés provoca una activación fisiológica dirigida a cubrir la demanda y permitir que dispongas de la energía necesaria para afrontarlo. Esta reacción es absolutamente normal y no supone un problema.

Existen una serie de elementos externos ambientales que son los que actúan como estresores tales como: problemas laborales, conflictos familiares, rupturas de pareja, cambios de residencia, dolor, enfermedad, pérdidas, desafíos de la vida, etc. Estos estresores te obligan a mantener la respuesta de estrés durante largos periodos de tiempo y de manera frecuente sufriendo las consecuencias negativas del estrés.

estrésLo que te ocurre cuando sufres de estrés es que te sitúas en unas condiciones de vida que te llevan continuamente al borde del agotamiento. Te resulta complicadísimo recortar tus actividades. Tu tendencia habitual pasa por “decir que sí siempre a todo y a todos”. No sabes decir ¡basta! Por este camino tu destino es fácil de prever: no vives, no está contigo mismo sino que deambulas de acá para allá, en un sinfín de actividades que terminan en situaciones insostenibles.

La primera fase de alarma, ocurre cuando llevas acumulando un sobreesfuerzo constante, una tensión emocional o intelectual fuerte, un ritmo vertiginoso de vida, sin tiempo para nada. Lo fundamental es el tipo de vida.

Siempre abrumado, sobrepasado en las propias posibilidades, permanentemente desbordado, agobiado, sin un minuto libre, arrastrando un cansancio crónico.

No hay tregua posible para tu trabajo, ya que intentas atender simultáneamente a demasiadas exigencias inaplazables. La consecuencia es una hiperactividad incontenible, imparable, que pretende llegar a demasiadas cosas y que acaba por no estar lo suficientemente atenta a todas y cada una de ellas.

La segunda etapa se denomina fase de resistencia. Se produce cuando ya has alcanzado una cierta adaptación a esa sobrecarga prolongada. Persiste todo igual que al principio, lo que sucede ahora, es que se eleva el nivel de resistencia por encima de lo normal. Te has acostumbrado a llevar ese ritmo trepidante de vida.

agotamientoFinalmente, se llega a un tercer y último estadio: es la fase de agotamiento, tras la supervivencia de las dos primeras.

Aquí es cuando te derrumbas y fallan todas las estrategias de adaptación. Las energías van desmoronándose y los signos de reacción empiezan a ser ya irreversibles.

En esta etapa final te sientes extenuado. Cuando estás estresado percibes muchas demandas a las que has de enfrentarse y por tanto activas tu organismo con mucha frecuencia, forzándolo en exceso y produciéndote síntomas físicos y psicológicos.

Con nuestra manera de abordar el trabajo psicoterapéutico
no solo logras recuperar tu equilibrio integral
sino que fortaleces tu salud psicológica y emocional de forma duradera

El estrés en sí no es malo. Gracias a ese mecanismo hemos logrado sobrevivir, pues nos dispara los mecanismos de supervivencia. El problema es que, en lugar de estar sometidos a un estrés puntual de vez en cuando, donde antiguamente tocaba luchar o salir pitando, ahora estamos sometidos a diversos tipos de estrés, todos a la vez y en formato permanente: ambientales, tóxicos, disruptores endocrinos, estrés físico o emocional… ¡Vivir así no es vida!

El estrés  emocional puede ser de dos clases:

  • Estrés positivo (también llamado “eutrés”), como por ejemplo el que puede sentir un actor antes de salir a escena. Este tipo de estrés te mantiene alerta e incluso, en situaciones de peligro, puede salvarte la vida porque te da la fuerza suficiente para defenderte ante un ataque o accidente.
  • Estrés negativo (también llamado “distrés”), que es al que nos referimos usualmente cuando hablamos de estrés. La respuesta es exagerada y entonces, comienza a afectar a tu salud y a las relaciones con tu entorno.

Las consecuencias del estrés negativo o crónico nunca serán buenas ni para ti, ni para tu salud. Muchas de las enfermedades crónicas son enfermedades psicosomáticas, en las que el estrés es decisivo. Hablamos de enfermedades como depresión, problemas gastrointestinales, colon irritable, insomnio, obesidad, problemas de piel, ataques al corazón…

Cuando los elementos estresores son intensos y prologados en el tiempo acabas teniendo una sobrecarga de estrés que se manifiesta a través de tres planos: físico, psicológico (emocional y cognitivo) y de conducta. Estos son algunos de los síntomas negativos indicadores de una situación de estrés:

Síntomas físicos

SÍNTOMAS FÍSICOS

  • Taquicardia
  • Hiper-sudoración
  • Sequedad de boca
  • Jaquecas
  • Tics
  • Mareos
  • Temblores
  • Insomnio
  • Molestias gástricas
  • Dilatación pupilar
  • Tensión muscular, facial y mandibular
  • Aumento de la presión sanguínea
  • Aumento de la tensión arterial
  • Excitación general
Síntomas psíquicos

SÍNTOMAS PSÍQUICOS

  • Preocupación
  • Ansiedad
  • Agitación
  • Cansancio
  • Inquietud
  • Depresión
  • Intranquilidad
  • Irritabilidad
  • Hipocondría
  • Miedo difuso
  • Sensación de bloqueo
  • Reducción de la autoestima
  • Atención dispersa
  • Deterioro de la memoria
  • Desorganización del pensamiento
  • Disminución de la vigilancia
  • Desorientación tiempo-espacio
  • Disminución del rendimiento intelectual
Síntomas de conducta

SÍNTOMAS DE CONDUCTA

  • Irritabilidad
  • Excitación
  • Pesadillas
  • Tabaquismo
  • Problemas sexuales
  • Bloqueos frecuentes
  • Reducción de aficiones
  • Estado de tensión y alerta
  • Imposibilidad para relajarse
  • Indecisión, dudas constantes
  • Dificultada para poder dormir
  • Aumento de la ingesta, incluso con atracones
  • Aumento del consumo de cafeína y de azúcar
  • Andar sin rumbo, ir y venir inquieto de acá para allá
  • Respuestas desproporcionadas a estímulos externos

A largo plazo el desgaste producido por estos síntomas puede llegar a generar problemas serios de salud. Cuando estás estresado de forma continuada, los efectos sobre tu salud psíquica y física, aumentan. Se ha demostrado que el estrés continuado afecta al sistema inmunológico de las células, bajando nuestras defensas, y aumentando así la probabilidad de contraer todo tipo de enfermedades, desde las más leves como los catarros, hasta las más graves como el cáncer.

Además resulta que el estrés influye en la percepción del dolor, que aumenta, y en la capacidad para soportarlo que disminuye, con lo que las enfermedades, además de más frecuentes, se nos hacen más difíciles de llevar.

Si crees que tienes estrés, podemos ayudarte a recuperar
tu bienestar y a mejorar tu calidad de vida
previniendo en el futuro otros problemas graves de salud

EstrésEl primer paso en nuestro tratamiento del estrés es realizar un diagnóstico certero. Para ello llevamos a cabo una evaluación y valoración de tus síntomas físicos y psicológicos así como del entorno en el que te mueves. Todo ello nos ayuda a indagar sobre el origen de tu estrés, a determinar cuáles son tus elementos estresores y cómo los has ido abordando hasta la fecha. Hacemos también una valoración de los recursos con los que cuentas para afrontar el estrés.

Una vez logrado esto se simplifica el proceso de abordaje del estrés y el tratamiento es mucho más eficaz al ir directamente al origen del problema.

Contamos con los medios y experiencia necesaria para el tratamiento del estrés.
Diseñamos un tratamiento personalizado para ti.
Tú eres único y tu tratamiento también debe serlo.

Te explicamos lo que te pasa y por qué te pasa. Podrás comprenderte mejor, al entender el significado de tus síntomas, su origen, al poder descubrir la realidad de lo que te está pasando.

Conocer todo esto facilita que te puedas tranquilizar y empezar a regularte, a dejar de sentirse distinto de los demás, a darte cuenta de que lo que te ocurre tiene solución; porque la tiene.

Posteriormente iniciamos una intervención psicoterapéutica integral del estrés utilizando para ello distintas técnicas y herramientas tales como:

  • Psicoeducación para comprender el problema: su origen, su dinámica, los factores que han incidido en su creación y que lo mantienen.
  • Programas de relajación y visualización para disminuir la activación fisiológica.
  • Aprendizaje de habilidades como autoconciencia, gestión emocional y empatía.
  • Reestructuración cognitiva para cambiar patrones de pensamientos distorsionados.
  • Coaching para lograr pautas de alimentación y vida sana. Para que puedas conseguir tus metas y objetivos sin someterte a un sobreesfuerzo constante.
  • Gestión del tiempo para que aprendas a administrar el tiempo obteniendo la mayor productividad posible en el trabajo y en tu vida personal.
  • Inteligencia emocional para aprender autocontrol y a regular tus emociones.
  • Mindfulness para reducir tu ansiedad. Para aprender a prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento.
  • EMDR para abordar los conflictos latentes y potenciar los recursos positivos con los que cuentas.
Aplicamos técnicas innovadoras y más eficientes que
mejoran los resultados
y reducen el tiempo de duración del tratamiento

Los problemas no tratados suelen continuar y empeorar, y pueden generarte nuevos problemas. Por ejemplo, una persona que tiene ataques de pánico puede comenzar a beber más alcohol de la cuenta, con la esperanza equivocada de que éste la ayudará a aliviar su dolor emocional. Las consecuencias de no recibir el tratamiento que necesitas pueden ser peligrosas.

Siempre es mejor buscar ayuda profesional al inicio de la problemática
que esperar a que las dificultades sean demasiado graves.
Te ahorras dinero, tiempo y sobre todo sufrimiento innecesario.

Nuestro tratamiento no sólo se centra en que superes el estrés y logres hacerte más resistente frente al mismo; sino que consigas fortalecer tu salud psicológica y emocional de forma duradera logrando una recuperación integral de tu organismo.

El estrés tiene cura
Generamos los recursos necesarios
para mantener los logros obtenidos y prevenir recaídas futuras

En el caso de que además del tratamiento terapéutico sea preciso recurrir a la farmacoterapia (sólo para los casos más extremos), ponemos a tu disposición un servicio de psiquiatría que se encarga de recetarte el medicamento más adecuado y llevar regularmente un control del mismo para ajustar la dosis de forma óptima.

Te ofrecemos herramientas y técnicas para combatir el estrés que te ayudarán a:
superar

  • Descubrir las causas y el origen de tu estrés.
  • Mayor consciencia y contacto con el momento presente.
  • Planificar acciones concretas para reducir tu estrés.
  • Gestionar mejor tu tiempo, ser más productivo y eficiente.
  • Transformar el estrés negativo en positivo y aprender a relajarte
  • Gestionar de una manera más consciente y eficaz tus emociones.
  • Potenciar habilidades emocionales: autoconciencia, gestión emocional, empatía.
  • Mejorar tus relaciones ínter personales al sentirte tú más equilibrado y sereno.
  • Aumentar tu auto-conciencia emocional e identificar las fuentes de estrés.
  • Tener mayor auto-control y aumentar tu inteligencia emocional.
  • Modificar las creencias irracionales, desadaptativas que sustentan tu estrés.
  • Aprender a valorar las situaciones importantes de tu vida desde una perspectiva más lógica y realista.
  • Recuperar tu equilibrio interno, cuidar de tu salud atendiendo de forma integral a todos los aspectos de tu persona: cuerpo, mente, emoción y espíritu.

En definitiva, aprenderás a vivir en el presente de manera más plena, con mayor serenidad, mejorando así significativamente tu calidad de vida.

Recuperar tu equilibrio y bienestar es fácil
si cuentas con el apoyo psicológico adecuado

La terapia es una experiencia reparadora que te cambia la vida
Al concluir el tratamiento consigues:

Resultados duraderos

Herramientas para el futuro

En el menor tiempo posible