El sentido del self, “lo que yo soy” de un niño, se genera a partir de la acumulación de interacciones con sus padres y proporciona el filtro central a través del cual se verá a sí mismo y verá otras experiencias de su vida. Cómo se genera nuestro sentido del yo permite entender mejor cómo funcionan los modelos operativos internos de una persona.
A lo largo de la infancia, los niños reciben miles de mensajes que configuran su cerebro. Estos mensajes condicionan automáticamente la representación interna de sí mismos y del mundo. Cuando estos mensajes son negativos o tóxicos, perturban y distorsionan la manera en la que perciben el mundo. De adultos, los niños que han crecido con este tipo de mensajes, tienen asumidos estos automatismos del pasado. Ante cualquier situación que les recuerde a su programación de la infancia, sin tener en cuenta que sus circunstancias actuales pueden ser muy diferentes, reaccionarán exactamente igual que lo hicieron en su niñez.

No sólo heredamos los genes de nuestro sistema familiar.
También nos condiciona completamente su manera de percibir la vida, sus creencias, sus comportamientos y sus duelos no resueltos.
Por ejemplo: Una niña que es programada, desde su infancia, para vivir con miedo. Para su madre, todo era peligroso, solo veía la parte negativa o arriesgada de lo que hacía su hija. La pequeña escuchó miles de veces que “todo es peligroso”. Así que la representación interna que tiene desde la infancia es que el mundo es un lugar peligroso. Lo normal para esta niña era sentir miedo por todo. Creció asustada y con mucha inseguridad. La terapia le ayudó a comprender que es normal sentir miedo cuando hay situaciones peligrosas, pero que no hay que tener miedo de todo ni por qué sentirse insegura todo el tiempo. Gracias al proceso terapéutico pudo identificar y cambiar el mapa del mundo y de sí misma tan distorsionado que se había construido y ampliar y reprogramar sus patrones de pensamiento y comportamiento para que fueran mucho más adaptativos: “el miedo está bien, en su justa medida” ya que nos ayuda a sobrevivir en situaciones de peligro. Pero hay muchísimas cosas buenas en la vida que se pueden disfrutar sin miedo.
Saber y comprender que todos tenemos diferentes formas de percibir, distintas representaciones internas del mundo que hacen posible patrones de conducta más o menos adaptativos e inteligentes, es muy importante para que puedas comprenderte y además empatizar con los demás. Es también fundamental para explicar parte del trabajo que hacemos en psicoterapia.
Por eso, cualquier comportamiento humano, por insólito que éste pueda parecerte a priori, cobra todo el sentido del mundo cuando en terapia lo observamos y analizamos desde las alternativas provocadas por tu modelo interno de ser y estar en el mundo.