No hay relación de pareja que comience completamente de cero; siempre está influida por las experiencias pasadas vividas por cada uno de los miembros de la pareja. La relación problemática no es más que otro síntoma de un mundo interior herido.
Aunque la evolución ha predeterminado respuestas automáticas para mantener la supervivencia de la especie, el trauma o las experiencias crónicas perturbadoras pueden anular esta programación.
Cuando las personas se unen para formar una pareja, sus interacciones son capaces de disparar la información no procesada de las experiencias de la familia “de origen” de cada uno y/o de sus relaciones de pareja anteriores.
Los patrones disfuncionales de interacción y las defensas no son simplemente el producto de las situaciones actuales sino que tienen sus raíces en experiencias previas.
Por ejemplo, los comportamientos controladores de un esposo son vistos como el resultado de experiencias anteriores que pueden estar alimentando los temores actuales de abandono o insuficiencia. A pesar de que sus conductas manifiestas puedan ser provocadas por las percepciones de las acciones de su esposa y agravarse por sus reacciones, se entiende que la causa básica de las percepciones erróneas crónicas y las conductas inapropiadas es el material no procesado. Es decir, incluso comportamientos “inocentes” de la esposa u otros, que cualquiera consideraría apropiados, pueden provocar respuestas emocionales disfuncionales en el marido, causándole mucha angustia y necesidad de controlar a su mujer.
Dependiendo de las experiencias anteriores que hayamos tenido en nuestra vida, un inocente gesto de nuestra pareja que pretende ser de apoyo podemos interpretarlo por ejemplo como de control excesivo. O una simple distracción puede ser percibida como abandono o falta de interés.
En casos de infidelidad o abandono, por ejemplo el miembro de la pareja que sale herido puede ser incapaz de reconciliarse porque no puede borrar la tristeza, la falta de confianza ni la imagen mental de la traición. Independientemente de lo que esté sucediendo en el presente, incluso teniendo en cuenta que hubiera un gran remordimiento y la garantía de su pareja de no volverlo a hacer nunca más, las experiencias anteriores de su vida, no permitirían que existiera una sensación de seguridad.
Es por ello que el psicoterapeuta tendrá que investigar y procesar las raíces de otras traiciones previas a través de una recogida adecuada de historia por ambas partes. Será necesario averiguar cuestiones tales como: ¿Qué experiencias anteriores sentaron las bases de sus acciones? ¿Qué dinámicas eran inherentes a la relación o sus antecedentes para que esto haya ocurrido?
Es necesaria una evaluación para identificar si la crisis que trae a una pareja a terapia se debe a un patrón personal automatizado de larga duración o es el resultado de un nuevo trauma o experiencia perturbadora.
Algunas relaciones pueden necesitar intervenciones centradas solo en el cambio de patrones de interacción y comunicación. Sin embargo, otras requieren de intervenciones más complejas ya que los sistemas de interacción crónicos y resistentes están basados en respuestas patológicas del individuo.
Junto con la evaluación sistémica apropiada, el modelo de procesamiento adaptativo de la información plantea la utilidad del procesar (con técnicas tan eficaces como el E.M.D.R.) las experiencias pasadas del individuo que impulsan el comportamiento disfuncional. De este modo, el psicoterapeuta puede tener más éxito modelando y enseñando habilidades de relación y comunicación necesarias.
Por ejemplo muchos autores de actos de violencia doméstica han sido testigos de este tipo de conductas abusivas entre sus propios padres y han almacenado y arrastrado emociones de ira y miedo. El tratamiento E.M.D.R. incluiría el procesamiento de estas experiencias, junto con la enseñanza de técnicas de autocontrol y habilidades relacionales.
Las investigaciones corroboran que el procesamiento de los recuerdos infantiles de los autores de violencia doméstica les libera de las reacciones disfuncionales automáticas; y el procesamiento de las experiencias infantiles de los autores de abusos sexuales ha revelado un cese de la respuesta automática y la activación fisiológica. Asimismo, los informes publicados (véase Ricci, 2006; Kaslow, Nurse y Thompson 2002) indican la utilidad de E.M.D.R. con personas que han experimentado problemas tanto de pareja como sexuales, que ahora son capaces de avanzar hacia relaciones más saludables.